Consentimiento: de verdad, no es tan complicado

Traducimos hoy el artículo Consent: not actually that complicatedpublicado en el blog Rockstar Dinosaur Pirate Princess. Hemos eliminado el tercer párrafo del post original porque se refiere a un caso mediático en el Reino Unido (el del futbolista galés Ched Evans, condenado por violación, actualmente en libertad condicional) que creemos de interés limitado en España.

El de hoy es corto, ya que mi vida ya es bastante complicada (y conspira lo suficiente contra mis deseos) como para pasar aún más tiempo pensando en qué escribo para el blog. Pero ¿sabéis qué no es complicado?

El consentimiento.

[…]

Parece como si cada artículo que se escribe sobre consentimiento y cada política que se impulsa para que quien inicia la relación sexual se responsabilice de asegurarse de que la otra persona quería, ya sabéis, follar de verdad con él, generara una ola de comentarios y críticas.

Parece que un montón de gente realmente no sabe lo que significa la palabra “consentimiento”. Desde el famoso “no hay que preguntarle a todo el mundo antes de cada inserción” hasta el estudiante que (dijo que) pensaba sorprender a su pareja con un poquito de BDSM no consensuado, pasando por esa maldita canción y terminando en cada jodido comentario en un artículo que sugiere que sólo “sí” significa “sí”, parece que a la gente de verdad le resulta un problema entender que antes de tener relaciones sexuales con alguien (y esto quiere decir cada vez que las tienes) tienes que asegurarte de que esa persona quiere tenerlas contigo. Esto va para hombres, para mujeres y para todo el mundo. Sea quien sea la persona hacia quien estés iniciando el acercamiento, asegúrate de que de verdad quiere. Sólo es eso. No es difícil. De verdad.

 

Incluso los comentarios que ha recibido esta tira ilustran la incapacidad para entender el consentimiento.

 

Y si aún te cuesta, imagínate que en vez de iniciar un contacto sexual le estás haciendo una taza de té.

Dices “eh, ¿te apetece una taza de té?” y la otra persona te responde “joder, sí, me encantaría una taza de té. ¡Gracias!”, y entonces tú sabes que quiere una taza de té. Pero si la respuesta es “um” y “aah” y “no me convence la idea…” entonces puedes hacer el té o no hacerlo, pero siempre teniendo en cuenta que esa persona podría no quererlo, y que en ese caso (y esto es importante) no le vas a obligar a bebérselo. No puedes echarle la culpa de que te hayas tomado el esfuerzo de hacer el té para el caso improbable de que le apeteciera. Te toca aguantarte: que tú lo hayas hecho no quiere decir que tenga el deber de tomárselo.

Y si te dice “no, gracias”, entonces no haces té. En ningún caso. No le haces té, no le obligas a beber té, no te enfadas porque no quiera té. Te limitas a no hacer té, ¿vale?

Podría decirte “sí, por favor, muy amable por tu parte”, y que cuando el té llegue ya no le apetezca en absoluto. Entiendo que es irritante haber hecho el esfuerzo, pero esa persona sigue sin tener la obligación de tomárselo. Antes quería té, ahora no. A veces la gente cambia de idea en el tiempo que tardas en hervir el agua, echar el té y añadir la leche. Y está bien que eso pase, y sigue sin darte derecho a ver cómo se lo bebe incluso aunque te hayas tomado el trabajo de prepararlo.

Si está inconsciente no le hagas té. La gente inconsciente no quiere té y no puede responder a la pregunta “¿quieres una taza de té?” porque están inconscientes.

O quizá estaba consciente y te dijo que sí cuando le preguntaste si quería té, pero se ha desmayado en el rato que tardaste en hervir el agua, echar el té y añadir la leche. Entonces deberías dejar el té, asegurarte de que la persona inconsciente está bien y (esto también es importante) no hacer que se lo beba. Dijo que sí hace un rato, pero la gente inconsciente no quiere té.

Si te dijo que sí al té, empezó a bebérselo y perdió el conocimiento antes de terminarlo, no le abras la boca y se lo viertas por la garganta. Llévatelo y asegúrate de que la persona está bien. Porque, de nuevo, la gente inconsciente no quiere té. De verdad, confía en mí en este tema.

Si te dijo que sí al té en tu casa el pasado sábado, eso no significa que quiera que le prepares té todo el rato. No quiere que vayas por su zona inesperadamente y le hagas té y le obligues a bebérselo mientras gritas “¡pero la semana pasada quisiste té!”, ni despertarse para encontrarte echándoselo por la garganta.

¿Crees que esta analogía es absurda? Sí, todo esto ya lo sabéis. Por supuesto que no vais a alimentar a alguien por la fuerza porque dijo que sí a tomar una taza de té la semana pasada. Claro que nunca echaríais té por la garganta de una persona inconsciente porque cinco minutos antes dijera que quería una taza. Pero entonces, si podéis entender lo ridículo que es forzar a la gente a que tome té cuando no quiere, y sois capaces de discernir cuándo una persona no lo desea, entonces, ¿por qué os cuesta tanto pillarlo cuando hablamos de sexo?

Se trate de sexo o de té, el consentimiento lo es todo.

Y ahora, si me disculpáis, me voy a hacer una taza de té.

 

 

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