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Sobre Stoya, James Deen y cómo responder a una acusación de violación en tu comunidad.

Traducimos esta entrada de Something Sexual

La tarde del sábado (28/11) Stoya, actriz porno y escritora de literatura erótica valorada y respetada, tuiteó algo horrible.
Es muy importante que nosotros como comunidad reconozcamos sus palabras y las consideremos ciertas en nuestros corazones y cabezas [trigger warning/contenido sobre abuso sexual].

“Ese momento en el que entras en internet y ves a gente idolatrando como feminista al tío que te violó. Ese momento apesta.”

 

“James Deen me sujetó y me folló mientras le decía ‘no’, ‘para’ o usaba mi palabra segura. Ya no puedo asentir y sonreír cuando la gente le menciona.”

Sólo hay una respuesta aceptable al tuit de Stoya y esa respuesta es simpatía, empatía y solidaridad. Ahora, no me malinterpretéis: ha habido mogollón de esas respuestas de colegas de actuaciones y otros en la esfera de la sexualidad.

 

“Gracias por tu fuerza y por contar la verdad. Espero que nuestra industria te muestre el apoyo y la compasión que mereces.”

“Gracias por contarlo públicamente. La gente debería saber estas cosas. Siento que te ocurriera”.

 

“Acabo de conectarme y estoy alucinada por las noticias. Por supuesto, Matt y yo apoyamos al 100% a Stoya y estamos evaluando nuestra futura relación con James Deen”.

“JD abusó de una amiga mía. Gracias por contarlo. Eres una mujer valiente e increíble. Te mando amor”.

Pero del mismo modo que hubo contestaciones sentidas, hubo otras que hicieron que mi estómago se revolviera, respuestas que son crueles y demasiado familiares aún.
Piden pruebas, dicen que su objetivo es difamar y, cómo no, que lo está haciendo para llamar la atención.

 

“@stoya Así que ummm… Vas a presentar cargos o es sólo humillación pública en Twitter?”

“Lo siento pero mientras no haya pruebas de que James Deen realmente violó a Stoya, todo el mundo está simplemente difamando”

“Mi apoyo va para JamesDeen en todas estas acusaciones. Creo que Stoya está sólo llamando la atención. ¡Es basura!”

 

 

 

Pero esperad, que hay más: como Stoya es una estrella porno, hay un elemento extra en esta respuesta: la espeluznante y deshumanizadora idea de que una trabajadora del sexo no puede ser violada.

 

“Las putas no pueden ser violadas. @Stoya quería que pasara”.

 

Debería ser algo obvio, pero por si acaso: por supuesto, el tipo de trabajo de una mujer no tiene nada que ver con su capacidad para consentir y su derecho a no sufrir abuso.

La revelación de Stoya acerca de James Deen es una tormenta perfecta para negar la violación: una acusadora que es estrella del porno, un acusado que es una figura pública apreciada y una acción legal que (hasta ahora) no se ha presentado. En realidad, nada de esto influye o permite predecir la veracidad de la declaración de la violación; de hecho, las denuncias falsas no son tan frecuentes como se cree. Pero nada de esto importa frente a tal confluencia de factores.

Así que, ¿qué podemos hacer para enfrentarnos a esta situación? Podemos ser 100% claros: la creemos. Podemos inequívocamente retirar el apoyo a su violador, sin importar lo popular que sea. Podemos dejar de estar sorprendidos, por lo “guay” y “feminista” que algunos colegas creían que era. Podemos expresar solidaridad y dejarlo ahí. Y con este tipo de apoyo, quizás nuestra comunidad tenga una oportunidad de tratar con justicia y compasión a alguien que necesita nuestro apoyo.

11 soluciones al problema de la violación mejores que una laca de uñas (vol. II)

Hoy os traemos la segunda parte de  11 Ways to Solve Rape Better than Nail Polish publicado en mic.com y continuamos con el un vistazo a distintas maneras de actuar que sabemos que realmente pueden evitar las violaciones.

 

 

  • Alentar a los medios de comunicación para que participen en conversaciones críticas sobre productos “antiviolación”

Jennifer L. Pozner, fundadora y directora ejecutiva de Mujeres en medios de comunicación y Noticias, explica que la cantidad desproporcionada de tiempo de emisión concedida a productos de prevención de la violación es problemática porque refuerza el mensaje de que es tema de las mujeres prevenir las violaciones.

“El apasionante halago que están haciendo los medios de comunicación a las manicuras detectoras es un dos por uno: las tiendas consiguen un bombo publicitario para un accesorio ‘girl power’ mientras sitúan la obligación de prevenir las violaciones directamente sobre los hombros (o uñas) de las víctimas, antes que en los autores de la violencia contra las mujeres”, dijo a Mic.

Pozner además explicó que “los medios de comunicación siempre prefieren dejar en manos de las mujeres descubrir cómo evitar agresiones sexuales, antes que educar a los chicos sobre salud, consentimiento entusiasta frente a agresiones sexuales, y a los hombres la necesidad de tomar la responsabilidad de no cometer abusos sexuales.”

Aunque deberíamos tener conversaciones sobre estos productos, a menudo parece unilateral y perpetúa mitos sobre quién tiene responsabilidad para prevenir las violaciones.

  • Dejar de hacer a las mujeres responsables del comportamiento de los hombres

Animar a las mujeres a modificar su comportamiento para parar la violación no hace nada para que los potenciales violadores no elijan otro objetivo. Animar a las mujeres a comprar productos para sentirse más seguras es, por tanto, poco más que un parche.

La violación es potencialmente el único crimen en el que la víctima es demasiado a menudo tachada de responsable. Las víctimas ya son acosadas con preguntas después del abuso, desde “¿Cómo ibas vestida?” hasta “¿Estuviste bebiendo?”. ¿Realmente queremos añadir “¿Por qué no te estabas protegiendo con esta laca de uñas?” a la lista? ¿Y qué pasa si esa laca de uñas no funciona correctamente? ¿De quién será la culpa entonces?

Como Pozner señaló: “Si una manicura puede decirme si mi bebida está intoxicada, genial, envíame un barril color púrpura. Pero esto es tratar el síntoma no la enfermedad, porque seguirá existiendo un chico que eche mierda a los vasos de las mujeres que no tengan ningún tipo de pintauñas. Para que cualquier programa contra la prevención funcione, debemos cambiar el objetivo al chico que contamina los vasos de las mujeres.”

  • Dejar de perpetuar el mito de que la mayor parte de las violaciones las cometen desconocidos

El énfasis que ponen los medios de comunicación en productos de prevención de la violación como la ropa interior o esta laca de uñas también ayuda a perpetuar el mito de que la mayor parte de las violaciones las cometen desconocidos en un pub. De hecho, cerca del 75% de las víctimas de violación son agredidas por un conocido. Como se informó en Al Jazeera America, ese número varía entre 80 y 90% cuando se habla de agresiones en universidades. Esto significa que la laca de uñas no será útil en la mayor parte de los casos a menos que nosotros honestamente creamos que las mujeres deban comprobar cada bebida que consumen.

Aunque parezca que productos como la laca de uñas pueden dar a las mujeres y chicas un poder adicional para controlar lo que pasa en sus cuerpos, es una ilusión de control.

  • Hacer más estrictas las leyes.

Aunque hacer más estrictas las leyes no es suficiente, hay evidencia de que podrían ayudar con la denuncia y la condena. Michigan, por ejemplo, fue capaz de incrementar las condenas y arrestos de manera efectiva con reformas legales.

Sin embargo, muchos investigadores creen que estas reformas no son suficiente, y sólo producirán resultados emparejadas con esfuerzos adicionales y complementarios  que animen a las mujeres a denunciar cuando son agredidas.

  • Empujar a los medios a que dejen de mostrar a los violadores como víctimas

Cuando hacen un reportaje sobre agresión sexual, los medios de comunicación principales aún lo llevan mal. Recientemente hemos visto a la CCN hacer énfasis en que los violadores de Steubenville tenían “futuros prometedores como estrellas de fútbol” y que sus “vidas se derrumbaron” o a un invitado de Fox News haciendo énfasis en la responsabilidad de la superviviente de la violación de Maryville porque… “¿qué esperaba a la una de la mañana?”. No faltan ejemplos de los medios promoviendo, involuntariamente o no, la culpabilización de la víctima en las ondas.

Desafortunadamente, hasta que los medios pillen la idea de que las mujeres nunca tienen la culpa de su propia violación, será muy difícil que los hombres dejen de pensar que tienen licencia para poder seguir haciéndolo.

  • Evitar que los políticos digan cosas absurdas y ofensivas acerca de las violaciones

Cuando aparecen los tíos viejos blancos y las citas ignorantes sobre violación es francamente duro saber por dónde empezar.

Siempre está el clásico ejemplo, proporcionado por el ginecólogo amateur e igualmente candidato al Congreso amateur, Todd Akin, que de manera infame declaró que durante una “violación real”, el cuerpo tiene “mecanismos para cerrarse del todo” y así prevenir el embarazo. Después está el candidato al senado de Indiana, Richard Mourdock, quien explicó que la violación es algo que “Dios quiere que suceda”. Y no nos olvidemos de congresista de Wisconsin Paul Ryan, quien usó sus poderes legislativos para redefinir violación y quien cree que la agresión sexual es sólo otra forma de “concepción”.

Esto es sólo un pequeño ejemplo. Esperemos más de nuestros líderes políticos usando las urnas para mostrar que este tipo de visión del mundo desfasada e  ignorante no tiene cabida en nuestro Gobierno.

 

11 soluciones al problema de la violación mejores que una laca de uñas (vol. I)

Traducimos el artículo 11 Ways to Solve Rape Better than Nail Polish publicado en mic.com. Lo hemos dividido en dos entradas ya que el texto es bastante largo.

 

¿Puede el pintauñas ayudar a acabar con las violaciones? Sí, ésta es una conversación que se pudo tener hace aproximadamente un año gracias a cuatro (para ser sinceros, bastante brillantes) universitarios de la Universidad de Carolina del Norte interesados en prevenir las agresiones sexuales en el campus.

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Fuente: https://twitter.com/UndercoverColor/status/488809456755818498

Crearon un producto nuevo diseñado para permitir a las mujeres detectar drogas en sus bebidas sólo con mojar rápidamente un dedo en la copa. Si se hunde el dedo en una bebida intoxicada con GHB, la forma más común de la droga de la violación en citas (date rape), la laca de uñas debería cambiar de color.

Es importante matizar aquí lo que creo que es un paso muy positivo: este producto fue creado por cuatro hombres. La última vez que las noticias hablaron de estudiantes universitarios, estaban justificando que las mujeres fueran violadas cuando están borrachas con una metáfora horripilante: comparándolo con robar una bici si la dejan sin candado.

Así que felicidades, caballeros. Los hombres deberían estar interesados en prevenir la violación y deberían ser aconsejados en este tema. Pero aunque nos anima ver a hombres pensando en este tipo de cosas, este producto puede que no sea del todo la mejor estrategia.

Parece que hay un enorme montón de (bienintencionados) recursos, tiempo y energía dedicados a decirles a las mujeres cómo no ser violadas. Se dedican comparativamente pocos a evitar que los hombres violen.

 

Además, cuanto más dependamos de las mujeres para prevenir las violaciones, más fácil será culparlas cuando les ocurran. Así que echemos un vistazo a distintas maneras de actuar que sabemos que realmente pueden evitar las violaciones.. Quizás es hora de invertir un poco más de tiempo y recursos en implementarlas antes de enviar barriles de laca de uñas a las universidades del país.

  • Enseñar a los hombres a no violar

Sólo hay una manera simple para asegurar que una mujer no sea violada, y es enseñando a los hombres a no hacerlo. Animar a las mujeres a comprar productos para que se sientan más seguras es como cortar la mala hierba por el tallo y no por la raíz: puede que consigas algo, pero no vas a erradicar las malas hierbas de tu jardín. Para prevenir las violaciones, tenemos que enseñar a los hombres a no violar, no enseñar a las mujeres que es su responsabilidad evitarlas.

Hablamos a menudo acerca de agresiones sexuales con nuestras hijas, pero no hacemos lo mismo con los hijos. Diversos líderes políticos, el más reciente en India, han reconocido este problema sistemático:

Indian prime minister delivers statement about men’s responsibility when it comes to rape: http://t.co/qi0yQsfRMIpic.twitter.com/J54XWi9q7T https://twitter.com/feministabulous/statuses/501124957137809408

Incluso aquí, en USA, Obama ha establecido una fuerza especial para abordar las agresiones sexuales en los campus, con una alta prioridad en llegar a los estudiantes de género masculino. “Quiero que todo joven en América sienta una fuerte presión en términos de cómo se supone que tienen que comportarse y tratar a una mujer”, dijo en enero. El vicepresidente Joe Biden, defensor de los supervivientes de agresiones sexuales desde hace tiempo, tiene preocupaciones similares acerca de cómo los hombres tratan a las mujeres: “Los hombres debemos tener más responsabilidades; tenemos que intervenir. El cometido de masculinidad es la disposición de hablar alto y claro, y empezar a cambiar la cultura”, dijo en un discurso en 2013.

Because if you talk to your daughter about safety, you should talk to your son about consent. #YesAllWomen https://twitter.com/phoenixarnhorn/status/470960343397986304

  • Garantizar que nuestro sistema legal no culpe a las mujeres de las violaciones

¿Recordáis cuando un juzgado de USA condenó a un violador a 45 días en prisión porque su víctima era “promiscua”? ¿O aquella vez que un profesor había violado a su estudiante fue encarcelado 30 días porque su víctima “parecía tener más edad que realmente tenía”? Y porque la cultura de la violación es, tristemente, un problema global: no olvidemos al jurado australiano que dejó a un violador libre porque su víctima llevaba vaqueros ajustados. Sólo porque los sistemas legales tienen leyes diseñadas para condenar a los violadores no significa que siempre se haga justicia. De hecho, hay estudios que sugieren que la mayoría de los violadores nunca pisan la cárcel.

Esto hace burla de un sistema de Justicia que se supone que tiene que llevar a los violadores ante la Ley. Si los jueces, jurados y abogados no lo hacen, ¿quién lo hará?

  • Kits de pruebas para violaciones que descansan en estanterías

Ya es suficientemente malo que una mujer tenga que pasar por el procedimiento invasivo de un kit de pruebas después de una violación, pero lo que es mucho, mucho peor es que ese proceso entero y humillante se hace a menudo en vano. Un horripilante número de esos kits en este país están aún en el almacén cerrados bajo llave en algún lugar esperando a ser testeados. De acuerdo con el Departamento de Justicia, 400 mil kits están en las estanterías inútiles.

Y, dado que muchos violadores son reincidentes, dejar esos kits sin utilizar permite a violadores de todo el país pasear libres y cometer nuevas violaciones. Gracias en parte a los esfuerzos de los defensores como la actriz Mariska Hargitay, el Gobierno está al tanto de este problema público de salud. Los líderes del Congreso trabajaron duro el pasado Acto SAFER (Sexual Assault Forensic Evidence Reporting) de 2013, diseñado para resolver los atrasos en los kits de pruebas. Sin embargo, las reformas se han implementado completamente.

Una cosa está clara: Las pruebas de violaciones ponen a los violadores entre rejas. Después de que Detroit procesara todo su trabajo pendiente, se detectó a 100 violadores en serie y se completaron 14 acusaciones. Uno de esos criminales, de cuya víctima se había archivado un kit de pruebas hace más de 10 años, violó a tres mujeres más.

  • Mejorar el tratamiento de las agresiones en los campus

Aunque las violaciones son estadísticamente comunes en campus, la responsabilidad es aún demasiado escasa. La Oficina de Estadística Judicial ha descubierto que el 75% de las mujeres que denuncian una violación está por debajo de 25 años y que 1 de cada 5 mujeres universitarias será víctima de violación, pero apenas se informará de un 12%.

Además de esta clara necesidad de un sistema de denuncia fuerte en los campus, un reciente estudio muestra que dos de cada cinco universidades no investigaron una sola denuncia de violación.

La escritora feminista y activista Wagatwe Wanjuki experimentó en su universidad la cultura de impunidad hacia los violadores después de haber sido violada en su época de estudiante. Cree que podemos erradicar la violación de los campus endureciendo la respuesta de la Administración a incidentes de violaciones en la universidad.

“Necesitamos tener universidades comprometidas para castigar adecuadamente a los agresores. Si copiar en  un examen es una vulneración del código de conducta de la Universidad, ¿por qué no lo son las violaciones? Las universidades necesitan suscribir un compromiso público para controlar a los agresores imponiendo sanciones adecuadas” Wanjuki dijo a Mic.

Wanjuki también insistió en la importancia de refutar estereotipos acerca del “típico” violador de facultad. “Definitivamente creo que la vacilación de creer que líder del Consejo de Estudiantes, el estudiante de mejores notas, el deportista estrella pudieran cometer tal acto violento sirve como barrera para que los supervivientes encuentren justicia.”, dijo a Mic. “Necesitamos dejar claro que la historia de ser amable, inteligente, agradable, etc no elimina la posibilidad de que un estudiante asaltara a otro.

  • Enseñar a los hombres qué es el consentimiento

Los datos muestran que muchos hombres confesarán el acto de la violación si no les llamas “violadores”. De hecho, si empiezas a preguntar a universitarios acerca de sus comportamientos con cuestiones como “¿Alguna vez has practicado sexo con alguien que no quería porque estaba muy intoxicado como para resistirse?” descubrirás que muchos de ellos responden que sí, sin darse cuenta de que eso cuenta como violación.

 

No sorprende que los universitarios estén tan confundidos acerca del consentimiento considerando incluso que el abogado en Steubenville de un violador argumentó que como una chica adolescente intoxicada semi inconsciente no utilizó la palabra “no”, significaba que había consentido.

This is quite possibly the most terrifying thing I’ve ever read #YesAllWomen pic.twitter.com/kSD70RxSyL

https://twitter.com/DieWithUrPawsUp/status/471049357153021952

Los defensores ahora se dan cuenta de que los programas de educación sexual deberían enfatizar en la presencia del “sí”, en lugar de la ausencia del “no”. Hay que enseñar en las escuelas el consentimiento entusiasta, en otras palabras, “el acuerdo físico, verbal y emocional mutuo que ocurre sin manipulación, engaños o juegos mentales, para que hombres y mujeres entiendan que no hay líneas borrosas cuando alguien comete una agresión sexual.

6 Qué es consentimiento7 no implica

Alcohol y consentimiento

Traducimos la entrada ‘Alcohol and Consent’, publicada en Everyday Feminism por Laci Green. Se trata de hecho de la transcripción de un videoblog.

¡Hey, hola! ¿Sabías que el alcohol es el afrodisíaco utilizado más comúnmente en el planeta?

Esta poción mágica trabaja en tu cerebro para minimizar tus inhibiciones.

Pero el alcohol no es un afrodisíaco que pone cachonda a la gente, sino que le hace sentirse más cómoda con respecto al sexo.

 ¿Cuál es la relación entre alcohol y sexo? Depende de cuánto hayas bebido:

Nivel 1 – Con el puntillo

Cuando estás con el puntillo te sientes más relajada, más segura de ti misma, es más fácil tratar con la gente, lo que significa que igual encuentras más fácil hablar de sexo o iniciarlo. Tendrás menos coordinación y quizás notes  que eres un poquito más flexible de lo normal en cuanto a tu toma de decisiones, pero tu instinto todavía sigue ahí.

Nivel 2 – Pedo.

Cuando estás pedo, tus inhibiciones están incluso más minimizadas que antes, tu coordinación es aún peor.

El sexo se convierte en algo más difícil y escuchas una vocecita en tu cabeza diciendo “mala idea, mala idea, idiota”, pero ya no eres capaz de tomar decisiones de una manera adecuada. También estás menos atenta a cómo te expones a ti misma y desaparece el filtro que hay entre tu cabeza y tu boca. Y tu comportamiento está sobreactuado.

Nivel 3 – Muy pedo.

Voy a ser franca aquí: ¿sexo y borrachera? Ehhhhh, no son los mejores amigos. Te sientes muy adormecida, completamente descoordinada, no eres capaz de tener un orgasmo, él puede que tenga problemas para tener una erección, eres incoherente, eres incapaz de hablar con claridad. No te importarán las malas decisiones que hagas en ese momento. Y es un poco soso, porque tu cuerpo apenas siente algo y no puedes apreciar toda la pasión tan intensamente. También podrías desmayarte. ¡Yuuujuuuu!

Ten en cuenta que la relación entre alcohol y sexo cambia cuanto más bebes. Si bebes de manera responsable, un poquito de alcohol y sexo no será el fin del mundo.

Todo está bien excepto por un complicado factor: EL CONSENTIMIENTO.

Muchos de nosotros hemos crecido con una cultura donde sexo, alcohol, fiesta se mezclan. ¿Y cuál es el resultado? Un montón de violaciones. Esto es problemático, obviamente. Así que hablemos sobre la capacidad de consentimiento durante las fases del alcohol.

Si estás con el puntillo:  pregunta, como deberías hacer siempre, a tu compañera si quiere mantener relaciones contigo. Si lo haces de manera juguetona  habrás salido beneficiado de ser honesto haciendo que tu pareja (sexual) se sienta más cómoda. Aquí hay varias maneras de pedir consentimiento si alguien está un poquito “alegre”:

“¿Está bien que te toque así?” “¿Estás disfrutando esto tanto como yo?” “¿Está bien si te quito los pantalones?” “¿Está bien si continúo?” Busca el entusiasmo. ¿Su lenguaje corporal encaja  con sus señales? Preguntando creas un ambiente cómodo y sano. Y eso… es jodidamente sexy.

Si en algún momento te sientes incómoda, rara, si no quieres continuar, si te sientes violenta, NUNCA es demasiado tarde para cambiar tu opinión. Y cuando lo hagas, díselo a tu compañero: “No quiero hacer esto”, “No estoy cómoda”, “PARA”; aléjate de esa situación.

Si estás pedo o muy pedo: el consentimiento no puede darse. A no ser que expresamente hablaseis de ello antes de beber, alguien que ha estado bebiendo tanto esa noche no puede dar consentimiento. Cuando alguien está siendo incoherente y desmayándose, no importa lo que lleve puesto o si os habéis besado antes: el hecho es que si alguien está pedo o muy pedo, no puede tomar decisiones adecuadamente.

 Así que ¿cómo podemos poner un fin a las violaciones en fiestas?

Cuando te encuentres en esta situación, aléjate.

Con ese nivel de borrachera ya no es consentimiento, es abuso sexual.

Hablemos acerca de consejos de “prevención del desastre”, así podrás pasar un buen rato:

Siempre que sea posible, habla con tu pareja acerca de tener relaciones antes de beber. Lleva condones e insiste siempre en el sexo seguro. Otro consejo es no beber demasiado en una primera cita con alguien nuevo. No acoses a otros ni presiones para que tengan sexo contigo. Usar alcohol como una manera de “conseguir a alguien” es un poco bastante siniestro y no es un buen comportamiento. Si necesitas alcohol para sentirte cómodo con las relaciones sexuales, pregúntate si estás preparado para ellas. Como regla de oro: no deberías necesitar alcohol para intimar con alguien.

¿Qué es la cultura de la violación?

Traducción de un texto de Melissa McEwan publicado en Shakesville.com

A menudo recibo peticiones para proporcionar una definición de lo que es la “cultura de la violación”. Y he redirigido a la gente a la entrada de Wikipedia, que es bastante buena y me gusta la definición proporcionada en Transformar una Cultura de Violación:

 

Una cultura de violación es un conjunto de creencias que estimula la agresión sexual masculina y apoya la violencia contra las mujeres. Es una sociedad donde la violencia se considera sexy y la sexualidad violenta. En una cultura de la violación, las mujeres reciben una continua amenaza de violencia que abarca desde comentaros sexuales a tocamientos o violación en sí. Una cultura de la violación aprueba el terrorismo emocional y físico contra las mujeres como norma.

En una cultura de la violación, mujeres y hombres asumen que la violencia sexual es un hecho en la vida, inevitable como la muerte o los impuestos. Esta violencia, sin embargo, no es una orden biológica o divina. Mucho de lo que aceptamos como inevitable es, de hecho, la expresión de valores y actitudes que pueden cambiar.

 

Pero mis colegas (sean ingenuas novatas recién llegadas al feminismo, feministas avanzadas buscando fuentes o escépticas acerca de la existencia de la cultura de violación) siempre parecen estar buscando algo más completo y menos abstracto: ¿Qué es la cultura de la violación? ¿Cuáles son sus límites? ¿Qué parece, cómo suena, cómo se siente?

No es una definición lo que están buscando; no realmente. Es una descripción. Algo bastante sustancial para extender y tocar en toda su fea, vomitiva y tremenda amenaza.

La cultura de la violación es alentar la agresión sexual masculina. La cultura de la violación es considerar que la violencia es sexy y la sexualidad violenta. La cultura de la violación es tratar la violación como un cumplido, o como la pasión desenfrenada de un hombre saludable hacia una mujer preciosa haciendo irresistible la necesidad de  rasgar su corpiño o empujarla contra la pared, o una valla de hierro forjado, o el capó de un coche, o tirar de su pelo, o tirarla en la cama, o cualquiera de los millones de imágenes de lucha sexual en películas o series y en las portadas de novelas románticas que vienen a decir que los deseos violentos están indisolublemente ligados a la (hetero)sexualidad.

La cultura de la violación es establecer la heterosexualidad como norma. La cultura de la violación es ligar la homosexualidad con prácticas sexuales no consentidas como pedofilia (tercera acepción) o zoofilia. La cultura de la violación es proporcionar privilegios  a la heterosexualidad porque la imagen de dos adultos del mismo sexo entablando relaciones igualitarias sin dominación y sumisión basadas en el género debilita las (erróneas) razones biológicas para la existencia de la cultura de la violación.

La cultura de la violación es que la violación sea usada como arma, herramienta de guerra, genocidio u opresión. La cultura de la violación es que la  violación sea usada como un correctivo para “curar” a las lesbianas. La cultura de la violación es una cultura militarizada y “producto natural de todas las guerras, sea donde sea, en todos los tiempos, en todas las formas”.

La cultura de la violación es que uno de cada 33 hombres sea acosado sexualmente en su vida. La cultura de la violación es animar a los hombres a usar el lenguaje de violación para establecer dominación sobre la otra persona (“Nos los vamos a follar”). La cultura de la violación es hacer de la violación una parte omnipresente en las asociaciones exclusivas de hombres. La cultura de la violación es ignorar la necesidad de la reforma de las prisiones de hombres en parte porque la amenaza de ser violado se considera aceptable castigo por haber cometido un crimen y la amenaza sólo funciona si los hombres son violados.

La cultura de la violación es que 1 de cada 6 mujeres sea agredida sexualmente en su vida. La cultura de la violación es no hablar siquiera acerca de la realidad de que muchas mujeres son agredidas varias veces a lo largo de su vida. La cultura de la violación es el modo en que la amenaza constante afecta a la vida diaria de las mujeres. La cultura de la violación es decir a las chicas y mujeres que tengan cuidado con: lo que visten, cómo lo visten, por dónde caminan, cuándo caminan, con quién hablan, en quién confían, lo que hacen, con quién lo hacen, lo que beben, cuánto beben, si hacen contacto visual, si están solas, si están con un extraño, si están en un grupo, si es de noche, si la zona es desconocida, qué tipo de zapatos llevan en caso de tener que salir corriendo, qué tipo de bolso llevan, qué tipo de joyería llevan, qué hora es, qué calle es, qué ambiente es, con cuánta gente se acuestan, con qué tipo de gente se acuestan, quiénes son sus amigos, a quién dan su número, quién está cerca cuando viene el repartidor. La cultura de la violación es “aconsejar”: alquilar un apartamento en el que puedan ver quién está en la puerta antes de que puedan ser vistas, comprobar antes de abrir la puerta al repartidor, tener un perro o una cosa que ladre, buscarse un compañero de piso, ir a clases de defensa personal, estar siempre alerta, prestar atención, vigilar su espalda, estar atenta a sus alrededores  y nunca bajar la guardia ni un sólo momento no sea que las agredan sexualmente y si lo han sido y no siguieron todas de estas reglas: es culpa suya.

La cultura de la violación es culpar a la víctima. La cultura de la violación es que un juez culpe a una niña de su propia violación. La cultura de la violación es que un cura culpe a sus propias víctimas. La cultura de la violación es acusar a un niño de disfrutar de ser secuestrado, violado y torturado. La cultura de la violación es perder cantidades enormes de tiempo en encontrar una razón para que la víctima pueda ser culpable de su propia violación.

La cultura de la violación es que los jueces banalicen sobre el uso de la palabra violación en la sala de un juzgado. La cultura de la violación es ver a los medios usar eufemismos para la agresión sexual. La cultura de la violación es que las historias sobre violaciones sean exhibidas en las “noticias raras”.

La cultura de la violación es asignar a las víctimas la carga de la prevención de las violaciones. La cultura de la violación es animar a las mujeres a tomar clases de autodefensa pensando que es la única solución para prevenir una violación. La cultura de la violación es aconsejar a las mujeres a que “tengan sentido común” o “sean más responsables” o “estén al tanto de los riesgos de los bares” o “eviten esos lugares” o “que no vistan de tal manera” y no aconsejar a los hombres que no violen.

La cultura de la violación es “nada”, que es la respuesta más frecuente a la pregunta “¿qué te han enseñado sobre las violaciones?”

La cultura de la violación es que niños de menos de 10 años sepan cómo violar.

La cultura de la violación es la idea de que sólo cierta gente viola y sólo cierta gente es violada. La cultura de la violación es ignorar que lo que tienen en común los violadores es que violan. Violan a personas fuertes o débiles, inteligentes o tontas, personas que se defienden y personas que se rinden sólo para que se acabe, personas promiscuas o mojigatas, personas ricas o pobres, personas altas o bajas, personas gordas o delgadas, personas sordas o no, personas de cualquier raza, forma, tamaño, capacidad y circunstancias.

La cultura de la violación es la afirmación de que las prostitutas no pueden ser violadas. La cultura de la violación es la afirmación de que las esposas no pueden ser violadas. La cultura de la violación es la opinión de que sólo las chicas monas pueden ser violadas.

La cultura de la violación es negarse a saber que la única cosa que las víctimas de violaciones comparten es la puta mala suerte. La cultura de la violación es negarse a saber que la única cosa que una persona puede hacer para evitar una violación es no estar nunca en la misma habitación que un violador. La cultura de la violación es evitar hablar de lo absurdamente inaceptable que es esa expectativa, dado que los violadores no se anuncian a sí mismos llevando señales luminosas.

La cultura de la violación es la gente que en lugar de protegerte, como se les presupone, te viola – como padres, profesores, curas, policías, soldados

La cultura de la violación es que un violador en serie nombrado miembro de un panel federal tome decisiones sobre la salud de las mujeres.

La cultura de la violación es una resolución judicial que dice que las mujeres no pueden retirar el consentimiento una vez que el sexo comienza.

La cultura de la violación es un colectivo clasificando a los violadores:

  • El violador “normal” (cuyo crimen es más parecido al “son cosas de chiscos”) es un hombre que fuerza una mujer atractiva.
  • El violador “morboso” es el que va detrás de niños, mujeres mayores, discapacitados, víctimas en coma – personas que no pueden defenderse, aquellas cuya violación es difícil de imaginar atractiva Nada que ver con la violación “de chicas guapas”, tan fácilmente observable en una lucha sexual fantástica con gritos y retorcimientos y su posterior rendición al “cumplido” de ser violada.

La cultura de la violación es la insistencia en intentar distinguir entre diferentes tipos de violaciones con el uso de términos como “gray rape” o “date rape”.

La cultura de la violación son las constantes narrativas acerca de la violación que existen a pesar de las evidencias de lo contrario. La cultura de la violación son las constantes imágenes de violaciones de extraños, aunque es tres veces más probable que una mujer sea violada por alguien que conoce que por un extraño, y nueve veces más probable que lo sea en su casa, en casa de alguien que conoce o en cualquier otro sitio que en la calle. Esto es lo que se conoce como un “date rape” (violación en citas) y es de lejos el tipo más común de violación.

La cultura de la violación es la constante insistencia de que las denuncias falsas son comunes, teniendo en cuenta que son menos comunes (2%) que las denuncias falsas por robo (2.6%). La cultura de la violación son las constantes afirmaciones de que las mujeres hacen acusaciones de violaciones a tontas y a locas, cuando el 61% de las violaciones aún no son denunciadas.

La cultura de la violación es la constante narrativa de que hay un comportamiento  típico después de ser violada, en lugar de reconocer que las respuestas a las violaciones son tan variadas como sus víctimas. Que inmediatamente después de una violación algunas mujeres entran en shock, otras permanecen lúcidas, otras están enfadadas, otras avergonzadas; unas estoicas, otras erráticas; unas quieren denunciarlo, otras no; algunas lo contarán, otras lo llevarán por dentro; algunas tendrán una vida sexual saludable, otras nunca volverán a tenerla.

La cultura de la violación es la continua narrativa de que la víctima de una violación que la denuncia, es inmediatamente creída y apoyada en lugar de saber que denunciar una violación es una inversión personal, un proceso difícil que puede ser vergonzoso, violento, frustrante, doloroso y muy a menudo nada satisfactorio. La cultura de la violación es ignorar que hay muy pocos incentivos para denunciar una violación; es una terrible experiencia con una pequeña probabilidad de ver Justicia.

La cultura de la violación es que existan hospitales que no tengan instrumental específico para encontrar y preservar las pruebas de violación, que los cuerpos oficiales pongan en duda a las víctimas, que haya fiscales desmotivados, jueces hostiles, jurados que culpan a la víctima y sentencias irrisorias.

La cultura de la violación es el hecho de que los incidentes más altos de violación tienden a correlacionarse con los índices de condenas más bajos.

La cultura de la violación es el silencio alrededor de la violación en el discurso nacional y en las casas de las víctimas. La cultura de la violación es tratar a los supervivientes como si debieran avergonzarse de ello. La cultura de la violación son las familias destrozadas por denuncias de violación que son puestas en duda o ignoradas o hundidas en el fondo de un profundo y oscuro mar dentro de una cripta de hierro de secretismo y silencio.

La cultura de la violación es la cosificación de las mujeres, lo cual es parte de un deshumanizante proceso en el que el consentimiento permanece irrelevante. La cultura de la violación es tratar los cuerpos de las mujeres como si fueran propiedad pública. La cultura de la violación es el acoso callejero y los tocamientos en el transporte público, y equiparar los cuerpos violados de mujeres con un hombre caminando por la calle con objetos valiosos a la vista. La cultura de la violación es que la mayor parte de los hombres están tan lejos de la amenaza de la violación que recurrir al robo de propiedades es  la cosa más cercana al abuso sexual que ellos pueden imaginar.

La cultura de la violación es tratar a niñas de 13 añoscomo trofeos para hombres considerados como grandes artistas.

La cultura de la violación es ignorar que el modo en el que los entornos laborales tratan el acceso sexual a las mujeres subordinadas, como derecho de los  hombres exitosos, puede coaccionar y comprometer el consentimiento entusiasta.

La cultura de la violación es que un violador condenado reciba una ovación en Cannes, un cameo en una película exitosa y una resurrección de su carrera en la que puede bromear acerca de cómo odia ver a gente sufrir.

La cultura de la violación es que las peleas de perros causen más indignación que las violaciones de mujeres.

La cultura de la violación es la existencia de líneas borrosas entre persistencia y coacción.

La cultura de la violación es que la capacidad disminuida para consentir se tome como el camino natural de la actividad sexual.

La cultura de la violación es pretender que la agresión sexual no física, como el voyerismo, no tiene relación en absoluto con las agresiones sexuales físicas y brutales, en lugar de verlas como una violencia constante.

La cultura de la violación es minimizar la gravedad de cualquier agresión sexual, intento de agresión sexual o coacción, potencial o real, de alguna manera.

La cultura de la violación es usar la palabra “violación” para describir algo que te han hecho que no sea el sexo forzado o coaccionado. La cultura de la violación es decir cosas como “Ese cajero me violó con una enorme comisión” o “Hacienda me viola a impuestos”.

La cultura de la violación es que la violación se use como entretenimiento en películas, series, libros y videojuegos.

La cultura de la violación es que las series y las películas omitan las violaciones de situaciones en las que sería una amenaza significativa en la vida real.

La cultura de la violación es que Amazon te ofrezca productos de “violación”.

La cultura de la violación es que existan chistes sobre violaciones. La cultura de la violación es que haya camisetas con chistes de violaciones, que estén en periódicos universitarios, en vídeos caseros de soldados, en la radio, en las noticias, en las revistas, en los vídeos virales, en promociones de películas infantiles, en Page Six, en páginas de humor, en series de TV, en campañas políticas, en disfraces, en titulares, en escenarios, en política, en películas, en dibujos, en bares, en la MTV, en tatuajes, en comedias, en redes sociales, en webs, en galas de premios, en trailers, en laterales de autobuses, en instituciones culturales…

La cultura de la violación es llamar “hipersensibles” a los detritus de la cultura de la violación, en lugar de llamar “no lo suficientemente sensible” a quienes perpetúan la cultura de la violación.

La cultura de la violación es la cantidad inmensa de modos en los que la violación es tácita y abiertamente inducida y estimulada hasta saturar cada rincón de nuestra cultura tanto que la gente no es capaz de entender lo que es en realidad la cultura de la violación..

Esto es más o menos todo. Es meramente la punta de un inmenso iceberg.

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