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Nueve consejos de autodefensa de verdad

Traducción del blog “The best defense program”

El artículo original puede leerse aquí

Odio todo esos “consejos de autodefensa” que dicen “nunca hagas esto” y “haz siempre esto otro”. Estoy cansada de ver la cómo se culpa a las víctimas [de agresión sexual] diciendo que cada uno es responsable de sus actos.

Aquí hay nueve consejos de autodefensa que no culpan a la víctima, pueden ser aplicados a cualquiera y pueden funcionar tan bien como una patada en los cojones:

1. Sientéte cómodo: ni complaciente ni vago, sino cómodo. Contigo mismo. Con la vida. Ten en cuenta que vales mucho y mereces ser tratado con respeto. Adoptar esta actitud no es fácil y la mayoría no puede mantenerla por siempre jamás, pero es una buena idea tenerlo presente al menos la mayor parte del tiempo.

2. Construye relaciones positivas que mejoren tu autoestima. Rodéate de la clase de gente que te apoya y anima en lugar de hundirte.

3. Establece reglas que te sean adecuadas para ti y ponlas en práctica, primero en situaciones familiares y cada vez en más circunstancias a medida que te sientas más seguro defendiéndolas. Cosas como “perdona, ¿podrías no hacer chistes ofensivos?” son un buen comienzo. Esto no necesariamente parará un ataque, pero hará más fácil reconocer tu incomodidad ante una situación.

4. Familiarízate con las diferencias entre una actitud pasiva, agresiva, pasivo-agresiva y asertiva o equilibrada. En lo cotidiano, esta última es la que más debería interesarte. Ya que eres la persona más importante que conoces, deberías respetarte antes a ti que a nadie. Piensa lo que dices y di lo que piensas. Ten en cuenta que la agresividad puede ser apropiada también y que la pasividad puede ser aceptable en algunas ocasiones (por ejemplo, después de tener un día duro), especialmente con gente que ya ha demostrado respeto por tus reglas establecidas con anterioridad.

5. Practica diciendo y escuchando “No” y observando cómo es recibida esta palabra. En caso de ataque, es posible que el agresor no la escuche o la respete, pero tú sí – y eso hará que reconozcas antes tu incomodidad y la falta de respeto del agresor. Cuanto antes te des cuenta, antes podrás hacer algo por cambiarlo.

6. Deja de disculparte. Tú y algún amigo podéis practicar el no pedir perdón por todo. Las mujeres (con perdón por la generalización) no sólo se disculpan por cosas de las que no son responsables, sino también por cosas de las que nadie es responsable o, peor todavía, por cosas que por las que otros deberían disculparse. Practica con tu amigos primeros, y después amplía el círculo como con el caso #5. El exceso de vigilancia asociado a la constante preocupación por buscar cosas por las que disculparte puede ser muy dañina para tu salud, tanto física como psicológicamente. Demasiada pasividad hará que te pierdas respeto, y tú mereces respeto (Ver #1)

7. Es importante que sepas que, pase lo que pase, cualquiera que ataca a otra persona (física o psicológicamente) es culpable del ataque. Nadie puede incitar el ataque a través de su ropa, apariencia, comportamiento, estilo de vida, situación o cualquier acto u omisión. La responsabilidad por un ataque siempre recae en el atacante. Saber esto no hará necesariamente que detengas un ataque pero puede:

  • a) hacer estar más alerta sobre cómo la gente de tu alrededor trata a otras personas (incluido tú)
  • b) ayudar a mantenerte alejado del mito de la culpabilidad de la víctima, que puede perjudicar a alguien de tu alrededor que haya sufrido una agresión (ya sea vivida en primera persona o segunda/tercera)
  • c) ayudarte a superar las secuelas de algún ataque que puedas experimentar o hayas experimentado.

8. Toma clases de defensa personal… pero sólo si tú quieres. La defensa personal puede (si está bien explicada) incrementar tu sensación de valentía. Todos somos seres complejos capaces de analizar más de una dimensión de la violencia a la vez y la idea de que no podemos aprender autodefensa sin dejar por ello de condenar al agresor niega nuestra habilidad de ser tan complejos. Esto es, si te enfrentas a un ataque, la opción de la resistencia violenta sólo puede ejercerse en ese momento por la persona atacada y no afecta a la culpabilidad y responsabilidad por el ataque. La defensa toma muchas formas, y puede ser contraviolencia, silencio, llamar a la policía, buscar consuelo, hablar con amigos, familias o personas de apoyo y otras muchas cosas, pero no tiene por qué ser algo en particular. Recuerda que la decisión de emplear resistencia física se hace en el momento, con la influencia de muchos factores – algunos de los cuales pueden ser inconscientes. La decisión de emplear alguna de ellas depende del individuo envuelto en la situación y la cantidad de musculitos no ayuda.

9. Lucha por el cambio. En tus círculos personales, tu lugar de trabajo, tu colegio, el Gobierno, la vida. El punto de mira necesita quitarse del “qué puede provocar un ataque” (nada) y ponerse en “qué crea atacantes”. Es necesario desechar la idea de que decisiones neutrales (o incluso poco acertadas) pueden llevar a alguien a despreciar a otro ser humano en el nivel más personal , y pensar sobre las cosas que hacen creer a las personas que este comportamiento es aceptable. Hay que enseñar que la intención crea la oportunidad, pero la oportunidad no crea la intención.

 

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