El acoso sexual en la cultura friki (segunda parte)

Publicamos la segunda parte de la traducción de “Ending Sexual Harassment in Geek Culture”, del bloguero Dr. NerdLove. Como ya dije en la primera parte, no estoy totalmente de acuerdo con las conclusiones, concretamente con la idea de que “un hombre de verdad no acosa” y con el tono de caballero blanco que adopta.

El silencio de las damas

Es un hecho innegable y difícil de asimilar que la cultura friki tiene un problema con las mujeres. Lo hemos mostrado una y otra vez. Tess Fowler, Anita Sarkeesian, Mattie Bryce, Zoe Quinn, Lea Hernández, Colleen Doran, Gail Simone, Kate Leth, Laura Hudson, Jennifer Hepler, Alice Mercier, Courtney Stanton o Elizabeth Sampat.

En el momento en que aparece el tema de cómo se trata a las mujeres en la cultura friki, la gente inmediatamente corre a desestimar, minimizar o desviar la conversación. Argumentarán que todo el mundo aguanta mierda online. O que las mujeres simplemente necesitan aprender a tener la piel más gruesa porque así es como juegan los mayores. Habrá gente que quiera decir “¡hay que mencionar que los chicos también soportan estas cosas!” o que se apresuren a quejarse porque no todos los hombres hacen esto. Querrán jugar al abogado del diablo o quejarse de que ellos no acosan a mujeres, por lo que es injusto para alguna gente sacar este tema, ya que implica meter a todos los hombres en el mismo saco o difamar a otros tipos bienintencionados que simplemente no abren la boca sobre esto porque no es ninguna clase de problema real porque su amiga es claramente una mujer y todo esto le parece bien y nunca ha recibido amenazas.

“Mientras tanto, en la majestuosa Mansión de la Liga de la Justicia hacia los Hombres…”

O que ella es lo bastante fuerte para simplemente ignorar todas estas amenazas porque quién se va a sentir asustada de verdad porque gente aleatoria suelte una diarrea verbal en Internet.

¿Y sabéis qué?

Que todo eso es una mierda.

Porque cuando la gente se apresura a resaltar que “no son todos los hombres” o que “no es un problema” realmente lo que buscan es distraer la atención de los dos problemas reales que hay aquí.

Primero: que todo esto se dirige específicamente a las mujeres porque son mujeres. Yo escribo un montón sobre feminismo. Tengo incluso mis propios haters que salen como setas en los comentarios para quejarse y darle hostias al feminismo cada vez que hablo sobre cualquier cosa. Y no solo no he recibido una centésima parte de la mierda que tiene que aguantar Asselin (o Lea Hernández o Kate Leth o cualquiera de las mujeres que he mencionado antes), sino que nunca me han amenazado de violación. Ni se lo han hecho al 99% de los escritores y blogueros varones de alto perfil que hablan de los mismos temas. Ninguno de nosotros recibe el mismo volumen de amenazas violentas o de acoso. Porque para las mujeres esto no se queda en Internet. Las sigue a todas partes.

       “Lo último sobre todo esto es que algunos de estos “trolls” han publicado sobre ir a conocerme o visitar mi trabajo. Esos chicos que escriben sobre violarme” (Kate Leth, @kateleth, 17 de abril de 2014)

       “Así que cuando esté en una convención o detrás del mostrador no podré saber qué persona de todas con las que hablo está detrás de todo esto” (Kate Leth, @kateleth, 17 de abril de 2014)

El segundo problema es que cuando la gente discute o desvía la conversación de este tema, están intentando distraer la atención del hecho de que las mujeres son amenazadas para acallarlas. Para hacer que se larguen. Para ahuyentarlas de la comunidad por completo. El juego “Golpea a Anita Sarkeesian” no trataba de refutar sus argumentos, iba sobre hacer que se largara la alarmante mujer que (creían) iba a quitarles sus juegos de culos y tetas. El acoso que sufrió Zoe Quinn por su juego Depression Quest fue porque la gente quería hacer que parara de hablar. Los hijos de Jennifer Hepler fueron amenazados porque a la gente no le gustaba que ella tuviera cosas que decir sobre Dragon’s Age 2, un juego que ella ayudó a escribir. Janelle Asselin recibe amenazas de violación por criticar la portada de un cómic. Kate Leth, una crítica sin reservas del acoso casual y la misoginia en la cultura friki, fue el objetivo de hombres que estaban decididos a “castigarla” por… hacer cómics que a ellos no les gustaban.

       “Hay páginas de Tumblr dedicadas enteramente a pegar mi cabeza en anime de violación y porno, porque no les gusto yo o mis cómics” (Kate Leth, @kateleth, 17 de abril de 2014)

No son sólo comics. No son sólo juegos. Es toda la cultura friki. Y estamos dejando que este cáncer nos pudra de dentro afuera.

El falso mito de la iluminación friki

Por supuesto, parte del problema es conseguir que los frikis se dignen a reconocer que esto pasa. Y una de las formas más perniciosas que tenemos para esconderlo bajo la alfombra es pretender que somos una cultura mucho más sabia, mucho más iluminada y muy superior a la de los deportistas, los machitos o los pijos, a la de todos esos tipos que son prácticamente sinónimos de violación durante la cita o acoso sexual. Los frikis no somos los maltratadores, somos los maltratados. Somos los que no encajan.

“Esto siempre ha sido así, y por tanto…”

Y aquí está el problema. Ya no somos los que no encajan. La cultura friki es cultura mainstream. Básicamente hemos ganado. Pero continuamos definiéndonos a nosotros mismos como marginados y perdedores, insistiendo en que ser un friki implica ser un tío raro con problemas de adaptación social que aun así es, de alguna manera, moral e intelectualmente superior a la gente que le rodea.

Solemos definirnos a nosotros mismos en oposición a los otros, y asumir que porque no somos X (en este caso deportistas, machitos, etc.) tampoco somos Y (maltratadores, violadores, acosadores). Nos hemos quedado atascados en la identidad de friki como extraño, pretendiendo estar excluidos. Si empezamos a cuestionar estas definiciones, entonces ¿quiénes somos? ¿Cómo se supone que vamos a identificarnos a nosotros mismos? ¿Cómo se supone que vamos a saber que, en el fondo, somos los mejores?

Es mucho más fácil pretender que esto no es un problema. Minimizar el asunto. Barrerlo debajo de la alfombra. Por eso cada vez que escuchamos sobre alguien que es acosado en nuestra cultura (online, en convenciones, en tiendas de cómic) hay tanta gente que rápidamente afirma que no es un problema de verdad. Recibimos la queja de que “no son todos los hombres” porque es más importante reforzar la superioridad inherente a la cultura friki que afrontar que esto es una parte de la comunidad grande e increíblemente visible. En vez de reforzar esa falacia del verdadero escocés y pretender que los acosadores no son una parte real de la cultura deberíamos mirar hacia el hecho de que existen y están causando daño medible. Aguantamos a los abogados del diablo que creen que es más importante considerar el punto de vista del acosador que el efecto que causa en su víctima. Soportamos a todos esos tipos de “drama no” que prefieren meterse con la persona que señala que tenemos un problema jodidamente grande que con la persona que realmente lo está causando porque quieren evitar el drama.

Y por supuesto tenemos a todos esos que simplemente odian a las mujeres y quieren que sean productos para su placer. “Prefieren” que la cultura friki tenga una atmósfera de habitación cerrada y creen que sacar de ella el acoso sexual casual es una ofensa contra Dios y los hombres.

Esta identificación por oposición, por cierto, es parte de la razón por la cual la cultura friki tiene esa relación de amor-odio con las chicas friki. Porque ser un friki es ser un “extraño” por definición. No tenemos todas las cosas guays que sí tienen los otros grupos como, ya sabes, mujeres. Esto explica por qué tantas mujeres frikis se convierten en fetiches: representan todo lo que queremos pero nos ha sido negado y terminamos deseándolas y resentidos contra ellas al mismo tiempo. Esto se liga con la idea de que las mujeres de alguna manera tienen todo el poder. ¿Y ahora ellas presumen que son parte de nuestro mundo donde se supone que nosotros tenemos el poder? ¿Esto qué es?

Así que los frikis perdemos los papeles con las mujeres e intentamos convertirlas en cómplices silenciosas del maltrato. Y, como Marjorie Liu dice con elocuencia en su blog:

        “A veces parece que hablar sobre la misoginia en esta industria es como tratar con el Día de la Marmota: parece que hay un reset continuo, una amnesia colectiva masculina sobre el tema. Como si cuando una mujer abre la boca fuera por primera vez y todo el mundo estuviese estupefacto. ¿Que el sexismo existe? OH, DIOS.”

 Y el resto de nosotros lo sabemos. Los hombres de la cultura friki somos oficialmente parte del problema.

El silencio es aprobación

Ahora puedo escuchar cómo muchos de vosotros montáis en cólera por la siguiente razón: nunca habéis enviado amenazas de violación, nunca habéis agredido a una mujer por tener una opinión con la que no estabais de acuerdo, nunca habéis acosado sexualmente a nadie. No sois “ese tío”.

Felicidades. Habéis llegado al punto de partida de la decencia humana. Pero no basta con “no ser ese tío”. Si no quieres que te metan en el mismo saco que los gilipollas asquerosos que tienen como objetivos las mujeres de nuestra comunidad tenéis que hablar más fuerte. Porque no es un problema de mujeres. Es un problema de hombres. Somos los hombres quienes lo causamos y somos los hombres quienes tenemos que ser la solución. Porque nuestro silencio se lo está permitiendo. Nuestro silencio se ve como aprobación. Está validando este comportamiento de mierda porque nadie alza la voz contra ellos.

       “Es alentador ver que la mayoría de creadores de cómics y organizaciones permanecen en silencio, sin morder el anzuelo del melodrama de @gimpnelly” (RyanJoseph, @RyanAJoseph, 17 de abril de 2014)

Por eso no podemos seguir en silencio. No podemos pretender que es un problema de mujeres. No podemos pretender que no somos parte del problema porque no somos los acosadores. Como dije cuando escribí sobre Tess Fowler, nosotros (los hombres) tenemos que ser los que alcen la voz y hagan inaceptable este comportamiento. Tenemos que ser los que reprochemos el comportamiento de los acosadores. No escudarnos en el “no son todos los hombres” y en el “no es mi problema”.

Mirad: tenemos la plataforma. Tenemos la voz. Tenemos el privilegio masculino que dice que las voces de los hombres tienen más impacto y no son descartadas con tanta facilidad. Y necesitamos usarlo. Tenemos que ser quienes hagan la cultura friki un lugar donde esta clase de odio tóxico y abuso de mujeres sean inaceptables. No dejéis que este comportamiento quede sin señalar. Pelead contra la idea de que menospreciar, acosar o abusar de mujeres es de alguna manera una virtud masculina, que es aceptable porque “Internet, lulz” o “tíos comportándose como tíos”. Marginad a esta gente. Aisladles. Expulsadles de la comunidad: no los necesitamos y por supuesto que no los queremos.

Devolverán los golpes. Habrá gente que insista en que decir que esto es una mierda no va a valer para nada porque los trolls son así y los gilipollas no van a dejar de serlo. Que les jodan, no quieren que las cosas cambien. Habrá gente que cuestione tus motivaciones: te llamarán “caballero blanco” e insistirán en que sólo estás intentando impresionar a las chicas y follar con ellas por haberlas defendido. Que les jodan también: conocen muy bien el inmenso poder que tiene en la comunidad una voz masculina diciéndoles que su comportamiento no es aceptable. Dirán cualquier cosa que se les ocurra para distraerte, mover el blanco, desviar la conversación o darle la vuelta y ponerse a hablar de ti. No les dejes.

Si aspiramos a ser mejores tenemos que ser mejores.

No más silencio. No más aprobación tácita.

Es hora de que nos levantemos y seamos hombres.

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