Tag Archives: acoso sexual

¿A quién vas a ayudar?

Tú puedes actuar contra la violencia sexual. Si eres testigo de un acto de acoso o de violencia sexual, siempre puedes hacer algo para ayudar.

Poniendo atención en las actitudes y comportamientos tóxicos, basados en la desigualdad de género y el machismo, podemos hacer de nuestro entorno un lugar seguro, respondiendo con contundencia contra el acoso sexual.

Cómo intervenir para ayudar:

(Si no te resulta cómodo intervenir directamente, contacta con las autoridades para que os ayuden)

  • Ofreciendo tu ayuda a la víctima
  • Llamando a la policía si presencias una agresión sexual
  • Avisando a la policía si ves a alguien añadir a escondidas alguna sustancia en la bebida de otra persona
  • Diciendo “no” cuando alguien quiera compartir contigo fotos o vídeos privados de una tercera persona
  • Negándote a participar en conversaciones degradantes que fomenten el sexismo y la violencia sexual

Cómo ser un aliado:

Hay muchas maneras de ayudar. Conviértete en un aliado para la causa:

Cuando no haces nada, estás ayudando al agresor. Pero cuando actúas, ayudas a la víctima. ¿A quién vas a ayudar?

 

https://www.youtube.com/watch?v=PJK-3fpBRZI

 

Fuente y campaña original:

http://www.ontario.ca/home-and-community/we-can-all-help-stop-sexual-violence

El acoso sexual en la cultura friki (segunda parte)

Publicamos la segunda parte de la traducción de “Ending Sexual Harassment in Geek Culture”, del bloguero Dr. NerdLove. Como ya dije en la primera parte, no estoy totalmente de acuerdo con las conclusiones, concretamente con la idea de que “un hombre de verdad no acosa” y con el tono de caballero blanco que adopta.

El silencio de las damas

Es un hecho innegable y difícil de asimilar que la cultura friki tiene un problema con las mujeres. Lo hemos mostrado una y otra vez. Tess Fowler, Anita Sarkeesian, Mattie Bryce, Zoe Quinn, Lea Hernández, Colleen Doran, Gail Simone, Kate Leth, Laura Hudson, Jennifer Hepler, Alice Mercier, Courtney Stanton o Elizabeth Sampat.

En el momento en que aparece el tema de cómo se trata a las mujeres en la cultura friki, la gente inmediatamente corre a desestimar, minimizar o desviar la conversación. Argumentarán que todo el mundo aguanta mierda online. O que las mujeres simplemente necesitan aprender a tener la piel más gruesa porque así es como juegan los mayores. Habrá gente que quiera decir “¡hay que mencionar que los chicos también soportan estas cosas!” o que se apresuren a quejarse porque no todos los hombres hacen esto. Querrán jugar al abogado del diablo o quejarse de que ellos no acosan a mujeres, por lo que es injusto para alguna gente sacar este tema, ya que implica meter a todos los hombres en el mismo saco o difamar a otros tipos bienintencionados que simplemente no abren la boca sobre esto porque no es ninguna clase de problema real porque su amiga es claramente una mujer y todo esto le parece bien y nunca ha recibido amenazas.

“Mientras tanto, en la majestuosa Mansión de la Liga de la Justicia hacia los Hombres…”

O que ella es lo bastante fuerte para simplemente ignorar todas estas amenazas porque quién se va a sentir asustada de verdad porque gente aleatoria suelte una diarrea verbal en Internet.

¿Y sabéis qué?

Que todo eso es una mierda.

Porque cuando la gente se apresura a resaltar que “no son todos los hombres” o que “no es un problema” realmente lo que buscan es distraer la atención de los dos problemas reales que hay aquí.

Primero: que todo esto se dirige específicamente a las mujeres porque son mujeres. Yo escribo un montón sobre feminismo. Tengo incluso mis propios haters que salen como setas en los comentarios para quejarse y darle hostias al feminismo cada vez que hablo sobre cualquier cosa. Y no solo no he recibido una centésima parte de la mierda que tiene que aguantar Asselin (o Lea Hernández o Kate Leth o cualquiera de las mujeres que he mencionado antes), sino que nunca me han amenazado de violación. Ni se lo han hecho al 99% de los escritores y blogueros varones de alto perfil que hablan de los mismos temas. Ninguno de nosotros recibe el mismo volumen de amenazas violentas o de acoso. Porque para las mujeres esto no se queda en Internet. Las sigue a todas partes.

       “Lo último sobre todo esto es que algunos de estos “trolls” han publicado sobre ir a conocerme o visitar mi trabajo. Esos chicos que escriben sobre violarme” (Kate Leth, @kateleth, 17 de abril de 2014)

       “Así que cuando esté en una convención o detrás del mostrador no podré saber qué persona de todas con las que hablo está detrás de todo esto” (Kate Leth, @kateleth, 17 de abril de 2014)

El segundo problema es que cuando la gente discute o desvía la conversación de este tema, están intentando distraer la atención del hecho de que las mujeres son amenazadas para acallarlas. Para hacer que se larguen. Para ahuyentarlas de la comunidad por completo. El juego “Golpea a Anita Sarkeesian” no trataba de refutar sus argumentos, iba sobre hacer que se largara la alarmante mujer que (creían) iba a quitarles sus juegos de culos y tetas. El acoso que sufrió Zoe Quinn por su juego Depression Quest fue porque la gente quería hacer que parara de hablar. Los hijos de Jennifer Hepler fueron amenazados porque a la gente no le gustaba que ella tuviera cosas que decir sobre Dragon’s Age 2, un juego que ella ayudó a escribir. Janelle Asselin recibe amenazas de violación por criticar la portada de un cómic. Kate Leth, una crítica sin reservas del acoso casual y la misoginia en la cultura friki, fue el objetivo de hombres que estaban decididos a “castigarla” por… hacer cómics que a ellos no les gustaban.

       “Hay páginas de Tumblr dedicadas enteramente a pegar mi cabeza en anime de violación y porno, porque no les gusto yo o mis cómics” (Kate Leth, @kateleth, 17 de abril de 2014)

No son sólo comics. No son sólo juegos. Es toda la cultura friki. Y estamos dejando que este cáncer nos pudra de dentro afuera.

El falso mito de la iluminación friki

Por supuesto, parte del problema es conseguir que los frikis se dignen a reconocer que esto pasa. Y una de las formas más perniciosas que tenemos para esconderlo bajo la alfombra es pretender que somos una cultura mucho más sabia, mucho más iluminada y muy superior a la de los deportistas, los machitos o los pijos, a la de todos esos tipos que son prácticamente sinónimos de violación durante la cita o acoso sexual. Los frikis no somos los maltratadores, somos los maltratados. Somos los que no encajan.

“Esto siempre ha sido así, y por tanto…”

Y aquí está el problema. Ya no somos los que no encajan. La cultura friki es cultura mainstream. Básicamente hemos ganado. Pero continuamos definiéndonos a nosotros mismos como marginados y perdedores, insistiendo en que ser un friki implica ser un tío raro con problemas de adaptación social que aun así es, de alguna manera, moral e intelectualmente superior a la gente que le rodea.

Solemos definirnos a nosotros mismos en oposición a los otros, y asumir que porque no somos X (en este caso deportistas, machitos, etc.) tampoco somos Y (maltratadores, violadores, acosadores). Nos hemos quedado atascados en la identidad de friki como extraño, pretendiendo estar excluidos. Si empezamos a cuestionar estas definiciones, entonces ¿quiénes somos? ¿Cómo se supone que vamos a identificarnos a nosotros mismos? ¿Cómo se supone que vamos a saber que, en el fondo, somos los mejores?

Es mucho más fácil pretender que esto no es un problema. Minimizar el asunto. Barrerlo debajo de la alfombra. Por eso cada vez que escuchamos sobre alguien que es acosado en nuestra cultura (online, en convenciones, en tiendas de cómic) hay tanta gente que rápidamente afirma que no es un problema de verdad. Recibimos la queja de que “no son todos los hombres” porque es más importante reforzar la superioridad inherente a la cultura friki que afrontar que esto es una parte de la comunidad grande e increíblemente visible. En vez de reforzar esa falacia del verdadero escocés y pretender que los acosadores no son una parte real de la cultura deberíamos mirar hacia el hecho de que existen y están causando daño medible. Aguantamos a los abogados del diablo que creen que es más importante considerar el punto de vista del acosador que el efecto que causa en su víctima. Soportamos a todos esos tipos de “drama no” que prefieren meterse con la persona que señala que tenemos un problema jodidamente grande que con la persona que realmente lo está causando porque quieren evitar el drama.

Y por supuesto tenemos a todos esos que simplemente odian a las mujeres y quieren que sean productos para su placer. “Prefieren” que la cultura friki tenga una atmósfera de habitación cerrada y creen que sacar de ella el acoso sexual casual es una ofensa contra Dios y los hombres.

Esta identificación por oposición, por cierto, es parte de la razón por la cual la cultura friki tiene esa relación de amor-odio con las chicas friki. Porque ser un friki es ser un “extraño” por definición. No tenemos todas las cosas guays que sí tienen los otros grupos como, ya sabes, mujeres. Esto explica por qué tantas mujeres frikis se convierten en fetiches: representan todo lo que queremos pero nos ha sido negado y terminamos deseándolas y resentidos contra ellas al mismo tiempo. Esto se liga con la idea de que las mujeres de alguna manera tienen todo el poder. ¿Y ahora ellas presumen que son parte de nuestro mundo donde se supone que nosotros tenemos el poder? ¿Esto qué es?

Así que los frikis perdemos los papeles con las mujeres e intentamos convertirlas en cómplices silenciosas del maltrato. Y, como Marjorie Liu dice con elocuencia en su blog:

        “A veces parece que hablar sobre la misoginia en esta industria es como tratar con el Día de la Marmota: parece que hay un reset continuo, una amnesia colectiva masculina sobre el tema. Como si cuando una mujer abre la boca fuera por primera vez y todo el mundo estuviese estupefacto. ¿Que el sexismo existe? OH, DIOS.”

 Y el resto de nosotros lo sabemos. Los hombres de la cultura friki somos oficialmente parte del problema.

El silencio es aprobación

Ahora puedo escuchar cómo muchos de vosotros montáis en cólera por la siguiente razón: nunca habéis enviado amenazas de violación, nunca habéis agredido a una mujer por tener una opinión con la que no estabais de acuerdo, nunca habéis acosado sexualmente a nadie. No sois “ese tío”.

Felicidades. Habéis llegado al punto de partida de la decencia humana. Pero no basta con “no ser ese tío”. Si no quieres que te metan en el mismo saco que los gilipollas asquerosos que tienen como objetivos las mujeres de nuestra comunidad tenéis que hablar más fuerte. Porque no es un problema de mujeres. Es un problema de hombres. Somos los hombres quienes lo causamos y somos los hombres quienes tenemos que ser la solución. Porque nuestro silencio se lo está permitiendo. Nuestro silencio se ve como aprobación. Está validando este comportamiento de mierda porque nadie alza la voz contra ellos.

       “Es alentador ver que la mayoría de creadores de cómics y organizaciones permanecen en silencio, sin morder el anzuelo del melodrama de @gimpnelly” (RyanJoseph, @RyanAJoseph, 17 de abril de 2014)

Por eso no podemos seguir en silencio. No podemos pretender que es un problema de mujeres. No podemos pretender que no somos parte del problema porque no somos los acosadores. Como dije cuando escribí sobre Tess Fowler, nosotros (los hombres) tenemos que ser los que alcen la voz y hagan inaceptable este comportamiento. Tenemos que ser los que reprochemos el comportamiento de los acosadores. No escudarnos en el “no son todos los hombres” y en el “no es mi problema”.

Mirad: tenemos la plataforma. Tenemos la voz. Tenemos el privilegio masculino que dice que las voces de los hombres tienen más impacto y no son descartadas con tanta facilidad. Y necesitamos usarlo. Tenemos que ser quienes hagan la cultura friki un lugar donde esta clase de odio tóxico y abuso de mujeres sean inaceptables. No dejéis que este comportamiento quede sin señalar. Pelead contra la idea de que menospreciar, acosar o abusar de mujeres es de alguna manera una virtud masculina, que es aceptable porque “Internet, lulz” o “tíos comportándose como tíos”. Marginad a esta gente. Aisladles. Expulsadles de la comunidad: no los necesitamos y por supuesto que no los queremos.

Devolverán los golpes. Habrá gente que insista en que decir que esto es una mierda no va a valer para nada porque los trolls son así y los gilipollas no van a dejar de serlo. Que les jodan, no quieren que las cosas cambien. Habrá gente que cuestione tus motivaciones: te llamarán “caballero blanco” e insistirán en que sólo estás intentando impresionar a las chicas y follar con ellas por haberlas defendido. Que les jodan también: conocen muy bien el inmenso poder que tiene en la comunidad una voz masculina diciéndoles que su comportamiento no es aceptable. Dirán cualquier cosa que se les ocurra para distraerte, mover el blanco, desviar la conversación o darle la vuelta y ponerse a hablar de ti. No les dejes.

Si aspiramos a ser mejores tenemos que ser mejores.

No más silencio. No más aprobación tácita.

Es hora de que nos levantemos y seamos hombres.

El acoso sexual en la cultura friki (primera parte)

Traducimos aquí el artículo “Ending Sexual Harassment in Geek Culture”, del bloguero Dr. NerdLove. Me apresuro a decir que no estoy de acuerdo con todo el contenido del mismo, especialmente con ciertas frases del final (muy en la línea de “si acosas no eres un hombre de verdad”) y con todo el tono de caballero blanco salvador que impregna las conclusiones (y del cual el propio autor parece ser consciente). Sin embargo, hemos considerado necesario traducirlo porque habla de un problema, el acoso sexual en la subcultura friki, mucho más difundido de lo que parece.

Por su extensión, dividiremos la traducción en dos partes. La segunda se publicará el martes que viene.

 

Quiero haceros una pregunta rápida:

¿Cuál de éstas piensas que es una reacción apropiada a la crítica de una obra de arte que te gusta?

a)     Una discusión sobre las diferencias en los estilos y el efecto que buscaba el artista con un ojo puesto en la viabilidad comercial del producto, las exageraciones formales congruentes con la imagen dinámica y las diferencias entre el fotorrealismo y el ideal heroico.

b)     Ignorar la crítica porque no estás de acuerdo e ir a vivir tu vida.

c)     Inundar el email y la página de Facebook de la mujer que hizo la crítica con “¡No puedes olvidarte de nosotros! ¡Somos infinitos! ¡No eres más que una zorra bocazas y vamos a enseñarte la única cosa para la que vales!”

 

Si respondiste algo distinto a (c)… bien, eres un ser humano equilibrado.

Porque, afrontémoslo: ¿qué clase de engendro de la naturaleza tienes que ser para pensar que la respuesta apropiada para alguien (quien sea) que esté en desacuerdo contigo sobre Wonder Girl es amenazar con violarla? En el reino de las sobrerreacciones absurdas, ¿hay alguna locura mayor que alguien decidiendo que la única respuesta posible a la opinión de alguien sobre Mass Effect o Altair o Viuda Negra o The Dark Knight Rises o lo que sea es prometerle que vas a dar con ella y violarla con un palo? Quiero decir que es de locos, nivel llevar los pantalones en la cabeza y embadurnar las paredes de mierda.

Y además, para muchas de mis amigas (para cada mujer que conozco que es activa en la cultura friki, de hecho) esto no es un experimento mental abstracto. Es su vida diaria. Son inundadas con amenazas anónimas que les prometen violaciones y cosas peores, porque algún tío aleatorio ha decidido que deben sufrir por el crimen de ser una mujer con una opinión online… y ellos saben cómo es tu cara y dónde vives.

Y a nadie parece importarle. Porque ésta es la nueva normalidad. Esto es lo que, aparentemente, se acepta ahora en la cultura friki.

Sí, ésta es otra columna sobre Frikis Portándose Mal. Si piensas que estás cansado de leerlas, imagina lo cansado que estoy yo de escribirlas.

Así que vamos a hablar sobre ello, ¿vale?

 

Janelle Asselin y la controversia de la crítica de cómic

La historia empieza, como muchas, con algo inocuo. En este caso empieza con una crítica. Janelle Asselin, una veterana del mundillo del cómic, escribió un análisis profundo e increíblemente detallado de por qué la portada del relanzamiento de Jóvenes Titanes era repugnante.

 

“Oh, ¿podrías lanzar un avión de papel ahí? Necesitamos un poco de relleno para poder decir que no salen solamente Stripper Girl y Chico Ceñudo.”

 

Y seamos justos: es un desastre a muchos niveles. No hay dinamismo en la imagen, ni ninguna indicación de que esos personajes estén interactuando en ningún nivel. El personaje más reconocible, Robin, está relegado por tamaño al cuarto términomientras, no sé, ¿se come una chocolatina o algo así? A la vez, apenas hay lugar para el título y todos esos pequeños detalles, aleatorios y descontextualizados (como un helicóptero de combate y un extraño avioncito de papel) que sólo sirven para embrollarlo todo sin aportar nada a la historia, la personalidad de los personajes o realmente nada que pudiera hacer que quisieras, ya sabes, comprar el cómic.

Pero seamos honestos: lo sustancial de la crítica se centra en Wonder Girl. Concretamente en sus tetas. Hay otros problemas anatómicos, pero sus tetas son el más grande porque son notablemente falsas. Como si fueran de silicona. Los pechos sin aumentar no se comportan de esa forma, especialmente sin el apoyo de un buen push-up. Y, por supuesto, la portada entera (y la mayor parte de la crítica) se centra en ellas. Las tetas de una chica que tiene, según el canon, entre 16 y 17 años.

Debería mencionar que Asselin es una veterana de la industria del cómic. Fue editora y editora asociada de una amplia variedad de títulos de DC, incluyendo Batman, Batwoman, Detective Comics, The Savage Hawkman, Birds of Prey, Robin y Gotham City Sirens, una colaboradora frecuente en Comic Book Resources y Comics Alliance, la editora de fin de semana en The Mary Sue y una investigadora académica especializada en cómics. Es decir: su trabajo era precisamente saber qué hace y qué no hace buena a una portada.

Es una crítica dura pero no terriblemente hiriente. Quiero decir, joder, yo tuve que aguantar críticas mucho más duras de mis profesores durante el breve tiempo en que estudié arte. Para ser justos, llevo algo de tiempo sin ser profesional del cómic, pero no es como si Asselin le hubiera dicho al tipo que debería cortarse los dedos con unas cizallas en vez de llamarse artista.

Naturalmente, se mantuvo la compostura. A pesar de que mucha gente pudo no estar de acuerdo con su valoración, todo el mundo coincidía en que aquello era un análisis válido y profesional de algunos defectos notables en la imagen en el marco de una discusión civilizada.

No, me estoy cachondeando de vosotros. La gente se volvió loca. Porque si hay algo que necesita defensa es una portada de mierda.

Profesionales del cómic como Breth Booth y sus fans se quejaron de que aquello era una calumnia porque Asselin no se mostraba adecuadamente reverente y ello implicaba que no era una profesional del cómic de verdad

 

       @Demonpuppy @gimpnelly Simplemente es despectivo e irrespetuoso para los creadores que alimentan nuestro hobby. #Casito” (RyanJoseph, @RyanAJoseph, 11 de abril de 2014)

 

…mientras que otros preferían directamente minimizar sus logros porque tiene vagina:

 

       “@Gimpnelly Entonces, ¿hace cuántas décadas trabajaste en DC? ¿Eras la que servía los cafés?” (Sean, @SeanRtchfld, 13 de abril de 2014)

 

Pero, en lo que se ha convertido en el comportamiento de rigor para hablar con mujeres que se atreven a tener opiniones sobre cosas frikis, algunos defensores del mal gusto con iniciativa decidieron que había que hacer algo de investigación. Así, encontraron que Asselin estaba también haciendo una encuesta sobre el acoso sexual en el mundo del cómic. Naturalmente, esto significaba que Asselin, como feminista, tenía el objetivo de destruir los cómics porque eso es lo que hacen las feministas: quitarte tu derecho divino a ver tetas y culos porque que te jodan, polla con patas, ahí tienes el porqué. Y por supuesto, se le llamó feminazi, puta feminista, zorra y otros apelativos adorables, y fue acusada de tener fines oscuros porque, por supuesto, una encuesta académica sobre las experiencias de la gente en la industria del cómic debe tener un móvil ideológico.

Y entonces empezaron las amenazas de violación. Después de que estos infraseres descubrieran la encuesta, decidieron que lo mejor que podían hacer era sesgar los resultados, especialmente porque así podían usar el cuadro de diálogo del final para decirle que iban a follársela hasta que sangrara.

Porque no le gustaba una portada de cómic.

Pero qué es esta mierda.

Y, sin embargo, aquí está el meollo: esto no va de si Asselin está legítimamente asustada por su seguridad personal (ya que no ignora que se trataba de amenazas de personas que sabían qué aspecto tiene, dónde trabaja y dónde vive) o de si las amenazas son creíbles. Esto va del hecho de que es algo común que las mujeres reciban tantas amenazas que dejen de molestarles.

 

       “No quiero mitificar la fuerza en función de la disfunción. No es algo bueno que las amenazas de violación me molesten menos ahora. Es una mierda.” (Laura Hudson, @laura_hudson, 15 de abril de 2014).

 

       “Quieres pensar que son todos idiotas adolecentes y todo el mundo te dirá que lo ignores. La parte que da miedo es cuando deja de molestarte” (Kate Leth, @kateleth, 17 de abril de 2014).

 

Quiero reiterar que todo esto apesta: mujeres recibiendo tantas amenazas anónimas de violencia sexual que simplemente se convierten en algo normal para ellas.

Esto es en lo que estamos dejando que se convierta nuestra cultura, gente.

Algunos datos para reflexionar sobre los delitos sexuales en España

Las terribles cifras que aparecen en los medios sobre violaciones en países como India o China  provocan entre quienes las leen una más que comprensible indignación… pero a menudo olvidamos que la violencia sexual también se da en nuestro propio entorno. Hoy recogemos algunos de los datos recopilados por Laura López Gutiérrez en el blog “Muera la inteligencia” acerca de los delitos sexuales en nuestro país.

Sobre la frecuencia de los delitos sexuales

  • La legislación española distingue entre agresiones sexuales (incluyendo la violación), abuso sexual y acoso sexual.
  • En España en 2011 se incoaron (es decir, se abrió una investigación) 14.139 causas sobre delitos contra la libertad sexual.
  • Cada vez se denuncia con más frecuencia, pero sigue habiendo una cifra negra: los expertos consideran que se cometen cuatro veces más delitos sexuales de los que se denuncian.

Sobre los agresores

  • Se calcula que en el 75% de los casos la víctima conocía a su agresor.
  • Existen programas estatales para la rehabilitación de agresores como SAC o DIAS que están dando buenos resultados.
  • En cambio, las víctimas deben acudir a entidades sin ánimo de lucro o sociedades privadas.

Sobre el abuso sexual infantil

  • Un 23% de las niñas y un 15% de los niños menores de 17 años ha sufrido un abuso sexual. Un 60% de ellos no ha recibido ayuda. Más datos en este informe de “Save the children”.
  • La mayoría de los abusos a menores se producen en el seno de la familia.
  • Según otro informe de esta misma organización, la justicia española deja que desear a la hora de investigar los abusos infantiles.

Los besos no consentidos en el trabajo no son acoso

Ayer saltó a la palestra una noticia con un titular peculiar: “Los besos no consentidos en el trabajo no son acoso”. En el cuerpo del texto se informaba de la absolución en apelación de un empresario farmacéutico que había sido condenado en primera instancia por realizar tocamientos y dar besos a sus empleadas sin el consentimiento de éstas.

Voy a intentar hacer una breve reseña jurídica del caso basándome en la noticia que he leído en los medios, pero hay que tener en cuenta una cosa: a los juristas (como a, supongo, cualquier profesión especializada) nos resulta muy difícil enterarnos de noticias jurídicas en la prensa generalista. Igual que los físicos acabaron hartos del motecito de “la partícula de Dios” que recibía en la prensa el bosón de Higgs, los juristas nos llevamos las manos a la cabeza cada vez que un periódico informa sobre una sentencia. Incluso las frases entrecomilladas, presuntas citas textuales, pueden haber sido gravemente descontextualizadas. El hecho de que la mayoría de los periódicos repitan el cable de la agencia correspondiente y no publiquen la sentencia comentada no ayuda a formarse una visión del asunto.

Sin embargo, parece que una cosa hay clara: la sentencia afirma que comportamientos no consentidos consistentes en palmadas en las nalgas, tocamientos y besos no son acoso sexual. A la vista de la legislación penal vigente, tengo que coincidir con esta apreciación. Este acoso sexual no es ni más ni menos que solicitar “favores de naturaleza sexual (…) en el ámbito de una relación laboral (…), y con tal comportamiento provocare a la víctima una situación objetiva y gravemente intimidatoria, hostil o humillante” (art. 184.1 CPE). He quitado las partes del precepto no relativas al caso.

De aquí se deriva que para apreciar acoso sexual son necesarios tres requisitos objetivos:

1) Relación laboral entre agresor y víctima: este requisito concurre.
2) Solicitud de favores de naturaleza sexual: este requisito no concurre, y así lo ha apreciado la sentencia. Por muy repulsivos que sean los actos realizados, lo cierto es que en ningún momento el farmacéutico solicitó este tipo de favores, sino que directamente se los tomaba por su mano. Esto impide apreciar el tipo.
Este razonamiento basta, y por eso no entiendo muy bien que el magistrado ponente haya dicho que “el relato de los hechos no contiene referencia a que el ánimo del acusado fuera el mantenimiento de relaciones sexuales, sino sentimentales y “amorosas”, lo que “puede implicar o no tratos de carácter sexual””. Esto sí puede considerarse una salida de pata de banco machista e injustificada, pero no cambia la realidad: no ha habido solicitud de favores sexuales.
3) Provocación de una situación objetiva y gravemente intimidatoria, hostil o humillante. Aquí no me pronuncio porque no he leído los autos. Este requisito está para impedir que recaigan penas sobre todo acercamiento sexual en el ámbito laboral: cualquier persona puede sentirse intimidada o humillada por cualquier comportamiento de otro porque cada persona es un mundo. Los requisitos de objetividad y gravedad están precisamente para diferenciar losacercamientos sexuales legítimos (como puede ser pedirle a un compañero de trabajo “salir a tomar algo y lo que surja”, o incluso pedirle directamente sexo si ya hay una relación previa) de los que no lo son (por ejemplo, los que se realizan después de la primera negativa o los que se realizan en público). Por ello, sin conocer las circunstancias de los hechos no me atrevo a pronunciarme.

Vemos por tanto que estos hechos no son constitutivos de un delito de acoso sexual. ¿Deben quedar sin castigo? Por desgracia el empresario va a ser absuelto, pero ello se debe más a la impericia profesional del abogado de las víctimas que a que no haya un precepto específico en nuestra legislación. A mi juicio, el empresario es culpable de abuso sexual, un delito más grave que el mero acoso. Sin embargo, inicialmente no fue acusado de ello y por tanto se va a librar.

Según la noticia, hasta el propio magistrado ponente de la sentencia tiene claro que los hechos constituyen delito de abuso sexual. Y es que el artículo 181 CPE castiga como reo de abuso sexual a “el que, sin violencia o intimidación y sin que medie consentimiento, realizare actos que atenten contra la libertad o indemnidad sexual de otra persona”. El caso es claro: el jefe venía por detrás y palmeaba el culo de sus empleadas (o cualquier otro comportamiento semejante) sin violencia ni intimidación pero obviamente coartando la libertad sexual de éstas.

Es de lamentar que, por culpa de un abogado negligente (siempre según la reseña periodística de la sentencia) hechos tan graves vayan a quedar sin castigo.

Adenda (09/10/2012)

El disclaimer del segundo párrafo ha resultado profético. Hoy 20Minutos ha ampliado la información original extractando diversas partes de la sentencia. Entre otras cosas, el tribunal consideró probado que el acusado enviaba a las querellantes cartas con contenido erótico y que en una ocasión invitó a una de ellas a dormir con ellas en un hotel. Esto prueba sin duda la concurrencia del segundo requisito, solicitud de favores de naturaleza sexual.

Ahora se entiende también a qué viene la afirmación de la sentencia de que el acusado podría no tener intenciones sexuales sino amorosas: vista la nueva información es obvio que el juez tenía que pronunciarse sobre este extremo. Sin embargo, el razonamiento convence muy poco: creo que si alguien te invita a “dormir la siesta” con él o si te manda cartitas de amor (especialmente si también se lo hace a la otra empleada, con lo que muy loco por ti no debe estar) todos sabemos lo que quiere, y lo que quiere no es pasear por el parque y cogerte de la mano.En cuanto al tercer elemento, la situación grave y objetivamente humillante u hostil, baste decir que los hechos se sucedían de forma constante desde hace quince y diez años respectivamente y que ambas empleadas tuvieron que pedir la baja por depresión. Creo que la gravedad y la objetividad están bastante bien acreditadas. Así pues, tenemos un acoso sexual de libro. He intentado buscar la sentencia para leerla yo mismo y poder comentarla de primera mano, pero no ha habido manera.

¿Qué es la violencia sexual?

Mucha gente todavía cree que sólo se puede hablar de agresión sexual cuando hay penetración, el agresor usa la fuerza física y la víctima se resiste activamente. En realidad, el problema de la violencia sexual es mucho más complejo.

La Organización Mundial de la Salud define la violencia sexual como “todo acto sexual, la tentativa de consumar un acto sexual, los comentarios o insinuaciones sexuales no deseados, o las acciones para comercializar o utilizar de cualquier otro modo la sexualidad de una persona mediante coacción por otra persona, independientemente de la relación de ésta con la víctima, en cualquier ámbito”. Por tanto:

  • No es necesario que haya penetración. Cualquier acto sexual no deseado constituye violencia sexual.

  • Se da violencia sexual siempre que la víctima no puede tomar una decisión libre. Si no puede dar su consentimiento (por ejemplo, por estar inconsciente o bajo los efectos del alcohol) o si el agresor le presiona, amenaza o engaña para obtenerlo, la víctima no puede ejercer su libertad sexual.

  • La violencia sexual es independiente de la relación entre la víctima y el agresor, incluso en el seno del matrimonio. La libertad sexual de una persona incluye decidir si quiere tener relaciones con su pareja o no.

  • Dentro de la definición de violencia sexual se incluyen los delitos de agresión sexual, violación, abuso sexual y acoso sexual, así como los intentos de cometer estos delitos, aunque no hayan sido consumados.

En resumen: tu libertad sexual te da derecho a decidir sobre tu sexualidad en todo momento. Si alguien intenta arrebatarte ese derecho, por la fuerza o mediante coacción, está atentando contra tu libertad sexual y cometiendo un delito. Tu mejor defensa en este caso es denunciar.

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