Mucha gente todavía cree que sólo se puede hablar de agresión sexual cuando hay penetración, el agresor usa la fuerza física y la víctima se resiste activamente. En realidad, el problema de la violencia sexual es mucho más complejo.
La Organización Mundial de la Salud define la violencia sexual como “todo acto sexual, la tentativa de consumar un acto sexual, los comentarios o insinuaciones sexuales no deseados, o las acciones para comercializar o utilizar de cualquier otro modo la sexualidad de una persona mediante coacción por otra persona, independientemente de la relación de ésta con la víctima, en cualquier ámbito”. Por tanto:
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No es necesario que haya penetración. Cualquier acto sexual no deseado constituye violencia sexual.
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Se da violencia sexual siempre que la víctima no puede tomar una decisión libre. Si no puede dar su consentimiento (por ejemplo, por estar inconsciente o bajo los efectos del alcohol) o si el agresor le presiona, amenaza o engaña para obtenerlo, la víctima no puede ejercer su libertad sexual.
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La violencia sexual es independiente de la relación entre la víctima y el agresor, incluso en el seno del matrimonio. La libertad sexual de una persona incluye decidir si quiere tener relaciones con su pareja o no.
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Dentro de la definición de violencia sexual se incluyen los delitos de agresión sexual, violación, abuso sexual y acoso sexual, así como los intentos de cometer estos delitos, aunque no hayan sido consumados.
En resumen: tu libertad sexual te da derecho a decidir sobre tu sexualidad en todo momento. Si alguien intenta arrebatarte ese derecho, por la fuerza o mediante coacción, está atentando contra tu libertad sexual y cometiendo un delito. Tu mejor defensa en este caso es denunciar.