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¿A quién vas a ayudar?

Tú puedes actuar contra la violencia sexual. Si eres testigo de un acto de acoso o de violencia sexual, siempre puedes hacer algo para ayudar.

Poniendo atención en las actitudes y comportamientos tóxicos, basados en la desigualdad de género y el machismo, podemos hacer de nuestro entorno un lugar seguro, respondiendo con contundencia contra el acoso sexual.

Cómo intervenir para ayudar:

(Si no te resulta cómodo intervenir directamente, contacta con las autoridades para que os ayuden)

  • Ofreciendo tu ayuda a la víctima
  • Llamando a la policía si presencias una agresión sexual
  • Avisando a la policía si ves a alguien añadir a escondidas alguna sustancia en la bebida de otra persona
  • Diciendo “no” cuando alguien quiera compartir contigo fotos o vídeos privados de una tercera persona
  • Negándote a participar en conversaciones degradantes que fomenten el sexismo y la violencia sexual

Cómo ser un aliado:

Hay muchas maneras de ayudar. Conviértete en un aliado para la causa:

Cuando no haces nada, estás ayudando al agresor. Pero cuando actúas, ayudas a la víctima. ¿A quién vas a ayudar?

 

https://www.youtube.com/watch?v=PJK-3fpBRZI

 

Fuente y campaña original:

http://www.ontario.ca/home-and-community/we-can-all-help-stop-sexual-violence

Qué NO es consentimiento: una lista incompleta

Traducción de un artículo original de Hannah M. Braswell, publicado en el blog “Bleeding Feminism”

Aviso: este artículo habla abiertamente de violaciones

  • 5 noes y un sí no son consentimiento

No puedes acosar a alguien hasta que se rinda y se acueste contigo. Bueno, técnicamente sí que puedes, pero eso te convertiría en un violador. Esta es una de esas ideas malísimas que vemos una vez y otra en los medios de comunicación. Seguro que lo has visto en series y las películas: esa escena donde hay una chica sentada en la cama con pinta de sentirse incómoda que le dice a su novio que no quiere acostarse con él, y él insiste y suplica diciendo “vamos…”, “¿es que no me quieres?, “¿por qué no?”. A menudo, ella se rinde. Más frecuentemente aún, se trata este comportamiento como algo cómico. Deberíamos reflexionar sobre el mensaje que se está transmitiendo a los jóvenes: que su “no” no es lo suficientemente bueno, que deben explicar su “no” para que sea válido (“pero, ¿por qué no quieres follar conmigo?”). Sencillamente, se le está diciendo que sus propios deseos sobre lo que se le hace a su cuerpo no importan, que está bien presionar de esta manera a otras personas y que está bien ignorar lo que ellas quieren. Pero no lo está.

  • Salir con alguien o estar casado con él no implica consentimiento automático

Esta es la mentalidad que lleva a las violaciones de conocidos y a las violaciones en el matrimonio. Solo porque alguien ha aceptado tener una cita contigo, ser tu novio / novia / pareja o incluso casarse contigo, no significa que tengas derecho a usar su cuerpo como te parezca. Nadie te debe sexo nunca, y tener una relación con alguien no cancela su derecho a decir “no”.

  • Alguien que está borracho o colocado no puede consentir

Esta es otra escena que solemos ver en las películas: los personajes van a una fiesta esa noche y uno de ellos se alegra de que “¡va a haber un montón de tías borrachas!”, porque en teoría es más fácil follarse a chicas borrachas. Este tipo de comportamiento depredador (buscar activamente personas que no están en condiciones de negarse) refleja una mentalidad de violador. Los violadores saben que es menos probable que la gente se tome en serio a una víctima que ha estado bebiendo: es su comportamiento el que va a ser puesto bajo sospecha (“¿¡por qué fuiste a la fiesta sola!?”). El violador lo sabe, y sus víctimas probablemente lo saben también, lo que incluso puede llevarles a no denunciar nunca jamás.

  • La ausencia de “no” no es consentimiento

A no ser que sea obvio (has preguntado, la otra persona responde entusiasmada a tus caricias, o te han dicho directamente “sí, me gustaría acostarme contigo”), tienes que tomártelo como un “no”. Si está callada, es “no”. Si está completamente quieta, es “no”. Si no te está besando, si no está respondiendo, es “no”. Si dicen “no estoy segura…”, “no sé…”, “espera…” o alguna otra respuesta que implique duda, es “no”. Y tienes que tomártelo como la última respuesta porque, como explicamos en el primer punto, no puedes suplicarle a alguien hasta que se rinda. Si al final cambia de opinión (por sí sola, sin insistencia por tu parte), estoy segura de que te lo hará saber. Pero por ahora, tienes que desistir y dejarle sola.

  • No es consentimiento si les da miedo decir “no”

Esto se aplica a las situaciones obvias como las violaciones a punta de cuchillo o de pistola, pero también cuenta si les intimidas sin necesidad de usar un arma. Retorcerles el brazo, acorralarles en una esquina, decirles que no les llevarás en coche a casa a no ser que hagan lo que tú quieres. El consentimiento se da de manera voluntaria, no se arranca de alguien a base de asustarle.

  • Alguien que está dormido o inconsciente no puede consentir

Es terrible tener que explicar esto, pero en muchas ocasiones los violadores se aprovechan de gente que está inconsciente. Ponerle las manos encima a alguien que se ha quedado dormido en un sofá durante una fiesta es violación*. Aprovecharse disimuladamente de alguien dormido es violación. Si no están, en fin, conscientes, no pueden decir “sí, quiero” y eso lo convierte en violación.

  • Recibir consentimiento de alguien en una ocasión no implica que tengas su consentimiento para siempre

El consentimiento es activo: debe ser reafirmado constantemente. Quizás se acostó contigo aquella vez en aquella fiesta, pero eso no significa que puedas hacer uso de su cuerpo para siempre, porque a lo mejor solo quería que ocurriera una vez. El consentimiento no es algo que puedas asumir bajo ninguna circunstancia y puede retirarse sin previo aviso, incluso en mitad de un acto sexual. También es importante recordar que el hecho de que alguien haya consentido a una práctica sexual no implica consentimiento para todas las prácticas sexuales. Si quieres probar algo nuevo, tienes que preguntar.

  • La ropa que lleva puesta no tiene nada que ver con el consentimiento

Si quieres liarte con alguien tienes que preguntarle a ella, no a su minifalda. La gente a menudo comete el error de asumir que alguien que se viste de manera provocativa tiene que estar deseando sexo, pero esta idea es un subproducto del sexismo. Es esa mentalidad de “las mujeres son mi propiedad” que lleva a los violadores a pensar “si va vestida así, seguro que lo hace para mí”. Ni siquiera se les ocurre pensar que a lo mejor lleva un vestido con escote porque le gusta a ella.

Te habrás dado cuenta de que este artículo es una lista incompleta, porque esta no es la última palabra sobre lo que no es consentimiento y a veces estas cosas tienen que tratarse caso por caso. El consentimiento sexual es entusiasta, otorgado libremente, sin presiones ni miedos. El consentimiento es escuchar a tu pareja, fijarte en su lenguaje corporal, y preguntar “¿esto está bien?” , “¿te gusta?”. Y el contacto sexual sin consentimiento es violación. Si no estás seguro de si la otra persona está consintiendo o es capaz de consentir, entonces para. 

* (Nota de la traductora: según la legislación española, aprovecharse sexualmente de alguien dormido o inconsciente es un delito de abuso sexual).

El violador de Schrödinger: una guía para hombres que quieren acercarse a desconocidas sin recibir una dosis de spray de pimienta

En los últimos días se ha difundido información sobre un “artista de la seducción” que responde al nombre de Álvaro Reyes. Frente a la justa indignación que han levantado las lecciones de este sujeto, se ha podido leer a fans, clientes y defensores del mismo preguntando qué hay de malo en las técnicas que emplea Reyes. Para contestar traducimos este post escrito por Phaedra Starling en 2009 sobre cómo puede sentirse una mujer cuando un hombre se acerca a ligar con ella.

 

Gracias por leerme, caballeros.

Déjame que empiece asegurándote que entiendo que eres una buena persona. Eres amable con los niños y los animales, respetas a tus mayores, donas dinero a ONGs, cuentas chistes sin reírte de tu propia gracia, respetas a las mujeres, te gustan las mujeres… De hecho, de verdad te gustaría tener una relación sexual cariñosa y mutuamente respetuosa con una mujer. Por desgracia no conoces todavía a esa mujer: no trabaja contigo, no os la han presentado amigos comunes ni coincidís en las mismas actividades. Así que tienes que salir ahí fuera a buscarla.

Hasta aquí todo bien. La señora Corazones Solitarios, tu humilde instructora, está de acuerdo. Conexión humana, amor, romanticismo… no hay nada de malo en esos anhelos.

Ahora, quieres conocer a una mujer que has visto en público. Lo primero que tienes que entender es que esa mujer tiene que tratar con una serie de retos y preocupaciones que a ti, como hombre, te resultan extraños. Para empezar, nosotras preferimos que nadie nos asesine o nos agreda violentamente de cualquier otra forma.

“¡Pero espera! ¡No quiero hacerle nada de eso!”

Bueno, no. Pero ¿tú piensas sobre eso todo el tiempo? ¿La prevención de una agresión violenta o de un asesinato es parte de tu rutina diaria, en vez de ser algo que sólo haces cuando te aventuras en zonas de guerra? Porque, para las mujeres, lo es. Cuando voy a una cita, siempre dejo el nombre completo del hombre e información de contacto escrita cerca del monitor de mi ordenador. Es para que los policías puedan encontrar mi cuerpo si desaparezco. Mi mejor amiga me llamará o me mandará un e-mail a la mañana siguiente, y debo contestar antes del mediodía o empieza a preocuparse. Si no ha sabido de mí hacia las tres de la tarde, llamará a la policía. Mis actividades después del anochecer son limitadas. A menos que esté en un espacio densamente ocupado y bien iluminado, no salgo sola. Incluso entonces, prefiero tener conmigo a una amiga o dos, o a mis perros. ¿Sigues reglas de ese tipo?

Así que cuando tú, un desconocido, te acercas a mí, tengo que preguntarme a mí misma: ¿va a violarme este hombre?

¿Crees que me estoy pasando? Una de cada seis mujeres estadounidenses será agredida sexualmente durante su vida. Apuesto a que no piensas que conoces a ningún violador, pero considera simplemente el número de violaciones que ocurren. Estas violaciones no son todas cometidas por Philip Garrido, Brian David Mitchell u otros miembros de la Hermandad del Pelo Siniestro y la Religión Hecha en Casa. Aunque tú asumas que ninguno de los hombres que conoces son violadores, puedo asegurarte que al menos uno lo es. Ten en cuenta lo siguiente: si cada violador comete una media de diez violaciones (un número horrible, ¿no?) entonces la concentración de violadores en la población es de más o menos uno por cada sesenta hombres. Esto quiere decir cuatro en el último curso de mi instituto, uno entre mis compañeros de trabajo, uno en el vagón del metro en hora punta, once que hacen ejercicio en mi gimnasio. ¿Cómo sé que tú, el chico agradable que no quiere nada más que compañía y Amor Verdadero, no eres este violador?

No lo sé.

Cuando te acercas a mí en público, eres el violador de Schrödinger. Puedes ser o no un hombre que viole. No lo sabré con seguridad a menos que empieces a agredirme. No puedo ver dentro de tu cabeza y no conozco tus intenciones. Si esperas que confíe en ti, que acepte sin dudar que eres un buen tío, no sólo fallas en respetar mi cautela razonable sino que te estás despreocupando de mi seguridad personal.

Por suerte, eres un buen tío, ya lo hemos establecido. Ahora que estás advertido de que hay un problema, vas a poner todos los medios para arreglarlo y para hacer que las mujeres con las que interactúas se sientan tan seguras como sea posible.

Para empezar, debes aceptar que yo marco mi propia tolerancia al riesgo. Cuando te acercas a mí, empezaré a evaluar la posibilidad de que me hagas daño. Esa posibilidad nunca es de 0. Para algunas mujeres, particularmente aquellas que han sido víctimas de agresiones violentas, cualquier nivel de riesgo es inaceptable. Esas mujeres no quieren que nadie se les acerque, no importa lo majo que seas o lo mucho que te gustaría tener una cita con ellas. ¿OK? Es su derecho. No te pongas gilipollas con este tema. Las mujeres no tienen la obligación de escuchar las ofertas de los vendedores antes de decidir si van al mercado.

El segundo punto importante dice que tienes que preocuparte de qué señales estás enviando por tu apariencia y por el contexto. Vamos a prestar mucha atención a tu apariencia y comportamiento y comparar todos esos signos con nuestra idea de lo que es una amenaza.

Esto quiere decir que algunos hombres no deberían nunca acercarse a mujeres desconocidas en público. Especialmente si tienes estándares de higiene personal verdaderamente inusuales, si eres el profeta de tu propia religión o si tienes tatuajes de símbolos de bandas o de cucarachas a todo color por toda la cara y el cuello, nunca vas a recibir una buena respuesta si te acercas a una mujer en frío. Esto no significa que estés condenado a una vida de soledad, pero te sugiero que empieces ligando en Internet, donde puedes “apagar” tus rasgos inusuales y encontrar a una mujer que los aprecie.

¿Llevas una camiseta haciendo un chiste sobre violaciones? NO ES UNA BUENA ELECCIÓN; no lo es en general y por supuesto no lo es cuando te acercas a una extraña.

Presta atención al contexto. Mira a tu alrededor. ¿Estás en un callejón oscuro? Entonces probablemente no deberías acercarte a una mujer e intentar entablar una conversación. Lo mismo se aplica si estás solo con una mujer en la mayoría de lugares públicos. Si el lugar público es un área cerrada (un vagón de metro, un ascensor, un autobús), aunque haya mucha gente, puedes no darte cuenta de que las posibilidades que tiene una mujer para huir en caso de amenazas son limitadas. Pregúntate a ti mismo: “si yo fuera peligroso, ¿estaría esta mujer segura en este espacio conmigo?” Si la respuesta es no, entonces no es apropiado que te acerques a ella.

En el otro lado, si ambos estáis en la iglesia acompañados por vuestras madres que son amigas de toda la vida, la mujer está en un ambiente que le da la mayor sensación de seguridad posible. Esto no quiere decir que esté 100% segura, pero las probabilidades son bastante buenas.

El tercer punto: las mujeres se están comunicando todo el rato. Aprende a entender y respetar esta comunicación.

Quieres decirle “hola” a esa chica tan mona del metro. ¿Cómo reaccionará? Por suerte, puedo decírtelo con algo de certeza, porque ella ya está enviándote mensajes. Si mira por la ventana, lee un libro, trabaja en un ordenador, tiene los brazos cruzados sobre el pecho o el cuerpo lejos de ti, eso significa “no molestar”. Así que, ya sabes, no la molestes. En serio. Incluso para decir que te gusta su pelo, zapatos o libro. Un cumplido no es siempre una razón para que las mujeres te sonrían y te den las gracias. Eres una amenaza, ¿recuerdas? Eres el violador de Schrödinger. No asumas que lo que sea que tengas que decir te la ganará con tu encanto o con halagos. Tómate en serio lo que está indicando y déjala en paz.

Si hablas y responde con monosílabos y sin mirarte, ella está diciendo “no quiero ser desagradable, pero por favor, déjame en paz.” No sabes por qué. Podría ser “por favor, déjame en paz porque estoy intentando memorizar Beowulf.” Podría ser “por favor, déjame en paz porque eres un tío inquietante con el pecho como un toro.” Podría ser “por favor, déjame en paz porque estoy planeando el asesinato de una importante figura geopolítica y tendré que matarte si eres capaz de reconocerme y echar a perder mi falsa identidad.”

En sentido contrario, si está vuelta hacia ti, hace contacto visual y responde de forma amigable y locuaz cuando hablas con ella, eso significa luz verde. Puedes continuar hablando hasta que empieces a recibir señales para que retrocedas.

El cuarto punto: si la cagas a la hora de respetar lo que dicen las mujeres, te acabas de catalogar como un problema.

Hay un hombre con el cual salí para una única cita (un café por la tarde, durante una hora) el 25 de julio. En los dos días posteriores, me envió cerca de quince e-mails, regañándome por mi baja receptividad. Le respondí diciéndole “Mira, esta es una respuesta desproporcionada para una única cita. Me estás haciendo sentir incómoda. No vuelvas a contactar conmigo.” Estamos a 7 de octubre. ¿Todavía me escribe?

Por supuesto que lo hace. Más o menos cada dos semanas.

Este hombre puntúa más alto en la escala de amenazas que el hombre con los tatuajes de cucarachas, que, después de todo, no es culpable de nada más que de tener un mal gusto terrible. Ya ves, el señor E-Mail ha dejado claro que ignora lo que digo cuando él quiere algo de mí. No sé si es un violador de verdad, y sinceramente espero que no, pero es ciertamente el violador de Schrödinger, y este violador de Schrödinger en particular tiene una probabilidad superior a una entre sesenta. Porque un hombre que ignora el “no” de una mujer en una interacción no sexual es más probable que ignore ese “no” en una sexual, simplemente.

Así que, si hablas con una mujer que está ocupada en otra cosa, estás enviando un mensaje sutil: que tu deseo de interactuar supera su derecho de que la dejen en paz. Si mantienes una conversación que ella está intentando cortar, envías un mensaje: que tu deseo de hablar supera su derecho de que la dejen en paz. Y cada uno de esos mensajes indica que crees que tus deseos son una razón legítima para pasar por encima de sus derechos.

Para las mujeres, que están observándote de cerca para determinar cuánto tienes de amenaza, éste es un dato importante.

El quinto y último punto: no violes. No cometas tampoco delitos menos graves: no agredas, no metas mano, no obligues, no alardees, no te exhibas, no amenaces con violencia física, no amenaces con violencia sexual.

¿Debería ser innecesario decir esto? Por supuesto que debería. Por desgracia éste no es el mundo en el que yo vivo. Deberías empezar a darte cuenta de que tampoco es el mundo en el que tú vives.

La señora Corazones Solitarios te desea felicidad y éxito en tu búsqueda de compañía romántica.

¿La he agredido sexualmente?

Traducimos este testimonio de la red social Reddit. El original, con más de 80 comentarios (en inglés), puede encontrarse aquí: Did I comit sexual assault?

Nos parece un texto interesante porque habla de las dudas que pueden surgir en torno al consentimiento: ¿puedo insistir? ¿Cuándo debo parar? ¿Cómo sé si la otra persona está viviendo está situación como una agresión? Creemos que una comunicación clara y un respeto total a los deseos de la otra persona es fundamental para prevenir este tipo de situaciones. Si queréis saber más sobre el consentimiento sexual, os recomendamos el corto Que te digan sí y esta entrada del blog “Golfxs con principios”: El hombre es fuego, la mujer estopa.

“He estado completamente atormentado con culpa sobre esto, y necesito escuchar consejos/opiniones. Yo y mi novia rompimos hace un poco más de un mes. El último jueves decidimos salir como amigos a tomar copas. Nos emborrachamos y le pregunté si quería quedarse en casa. Dijo que sí, y fuimos. Una vez allí, intenté seducirla. Ella se negó, amablemente, y paré. Vimos una película en mi cama y pregunté si podíamos acurrucarnos un poco. Dijo que sí y un momento después lo volví a intentar. Dijo que no de nuevo, con un tono más serio y paré. Después de la película, fuimos a dormir y empecé a abrazarla otra vez (lo que ella dijo que estaba bien antes) y ella empezó a enloquecer y me empujó.

Al día siguiente me escribió diciendo cuánto había enloquecido, diciendo que la asusté y más o menos me hizo sentir como un violador.

Nunca he tenido ningún problema como éste con una chica antes y estoy completamente devastado por la culpa, ya que nunca me había visto como una persona que pudiera ser capaz de una agresión sexual.

También cabe mencionar que uno de sus ex novios tuvo sexo con ella mientras dormía, lo que obviamente la dejó cicatrices emocionales y problemas con el sexo. 

Admitiré que fue un movimiento un poco estúpido por mi parte, pero me he estado sintiendo casi como un violador desde que ocurrió. Estoy seguro de que le está contando a sus amigas que intenté agredirla sexualmente y estoy empezando a pensar que tiene razón. ¿Vosotros qué pensáis?”

¿Me han violado?

Es posible que te preguntes si una situación por la que has pasado es realmente una agresión sexual o si entra dentro de la normalidad. Quizás tu experiencia no coincide con las ideas que siempre has escuchado sobre qué es y qué no es una violación, o tal vez pienses que en cierta manera ha sido culpa tuya y por tanto no te sientes capaz de acusar a tu agresor.

En nuestra cultura existen una gran cantidad de mitos acerca de la violación, pero la realidad es que la violencia sexual es mucho más compleja y sutil de lo que se suele creer. Por eso, queremos que sepas que:

  • El uso de alcohol o drogas no justifica el sexo no consentido. Cuando consumimos estas sustancias nos desinhibimos y disminuye nuestra percepción del riesgo y nuestra capacidad de consentir. En muchas ocasiones, los agresores se aprovechan de esta vulnerabilidad o incluso la provocan emborrachando a la víctima o dándole drogas (a veces sin que ella misma lo sepa). Pero estar en un estado de intoxicación jamás justifica que abusen de ti.
  • No es necesario que haya penetración para que exista una agresión sexual. Cualquier acto sexual que no deseas, incluyendo los tocamientos, es una agresión sexual y constituye un delito denunciable.
  • Invitar a alguien a casa no implica que tener sexo sea obligatorio. Puedes retirar tu consentimiento en cualquier momento del proceso, incluso aunque antes hayas dicho que sí. De la misma manera, comportarse de una manera seductora, llevar ropa “provocativa” o dejar que te acompañen no es un motivo para que te hagan tener sexo si tú no quieres.
  • No es necesario que el violador sea un desconocido. Es más, en la mayoría de las violaciones el agresor es alguien a quien la víctima conocía o incluso una persona de confianza. El violador se aprovecha de esta situación de confianza para agredir. Aunque es muy duro pensar que alguien en quien confías ha podido hacerte daño, debes saber que esta situación es muy común.
  • Alguien con quien has tenido sexo consentido antes también puede violarte. Muchas agresiones se producen dentro de la pareja. Haber tenido relaciones sexuales consentidas con alguien no le da derecho a disponer de tu cuerpo a su antojo. Si te han obligado a tener sexo en contra de tu voluntad se trata de una agresión, sea cual sea tu relación con el agresor.
  • No todas las agresiones implican violencia física. En muchas ocasiones, el agresor intimida a la víctima en otras formas o se aprovecha de circunstancias que limitan su capacidad de consentir.
  • No resistirte no implica que estés consintiendo. Al igual que la aceptación, la negativa a tener relaciones sexuales a menudo es algo sutil. Es posible que ante una agresión, la víctima se vea paralizada por el miedo o el shock o sea incapaz de reaccionar por otros motivos. Pero el sexo consentido requiere una colaboración activa de las dos partes. Si esta colaboración no se da, estamos ante un abuso o una agresión sexual.
  • No es posible tener relaciones consentidas con un menor de 13 años. A menudo se justifican las agresiones a niños o preadolescentes diciendo que éste “siguió con el juego” o no se resistió. Sin embargo, los menores de esa edad no tienen la madurez física y mental para tener relaciones sexuales y el adulto se encuentra en una situación de superioridad respecto de ellos. Por eso, si sabes de algún caso de relaciones sexuales con un menor, siempre debes denunciarlo.

    Si tu situación se parece a alguna de las anteriores, o incluso si sigues sin saber si lo que te ha ocurrido es una agresión sexual, tienes derecho a buscar ayuda para entender lo que te ha ocurrido y obtener el apoyo que necesitas. Por eso, incluso aunque no quieras denunciar, te recomendamos ponerte en contacto con alguna de las asociaciones de apoyo a víctimas de nuestro directorio. Allí podrás hablar de lo sucedido con expertos en estos temas, de forma gratuita y con total respeto a la confidencialidad.

Algunos datos para reflexionar sobre los delitos sexuales en España

Las terribles cifras que aparecen en los medios sobre violaciones en países como India o China  provocan entre quienes las leen una más que comprensible indignación… pero a menudo olvidamos que la violencia sexual también se da en nuestro propio entorno. Hoy recogemos algunos de los datos recopilados por Laura López Gutiérrez en el blog “Muera la inteligencia” acerca de los delitos sexuales en nuestro país.

Sobre la frecuencia de los delitos sexuales

  • La legislación española distingue entre agresiones sexuales (incluyendo la violación), abuso sexual y acoso sexual.
  • En España en 2011 se incoaron (es decir, se abrió una investigación) 14.139 causas sobre delitos contra la libertad sexual.
  • Cada vez se denuncia con más frecuencia, pero sigue habiendo una cifra negra: los expertos consideran que se cometen cuatro veces más delitos sexuales de los que se denuncian.

Sobre los agresores

  • Se calcula que en el 75% de los casos la víctima conocía a su agresor.
  • Existen programas estatales para la rehabilitación de agresores como SAC o DIAS que están dando buenos resultados.
  • En cambio, las víctimas deben acudir a entidades sin ánimo de lucro o sociedades privadas.

Sobre el abuso sexual infantil

  • Un 23% de las niñas y un 15% de los niños menores de 17 años ha sufrido un abuso sexual. Un 60% de ellos no ha recibido ayuda. Más datos en este informe de “Save the children”.
  • La mayoría de los abusos a menores se producen en el seno de la familia.
  • Según otro informe de esta misma organización, la justicia española deja que desear a la hora de investigar los abusos infantiles.

El orgasmo durante la violación

¿Qué pasa cuando la víctima experimenta un orgasmo durante la violación? Ayer domingo, una terapeuta abrió un hilo de consultas en la web estadounidense Reddit para dar respuesta a las dudas de los usuarios sobre este tema. Traducimos a continuación su mensaje de introducción, que ha generado un gran interés. El resto de comentarios (más de 4.000 en el momento de publicar esta entrada) pueden encontrarse en inglés en este enlace.

 

Pregúntame lo que quieras: una terapeuta especializada en agresiones sexuales habla del orgasmo en la violación

Hace unos meses abrí un hilo de consulta “Pregúntame lo que quieras” sobre este tema y he recibido una serie de peticiones para volver a hacerlo.

Experimentar un orgasmo durante una violación es una experiencia confusa y difícil para mucha gente, y afecta tanto a las víctimas como a las personas cercanas a ellas.

Hay gente que cree que no es posible que una mujer o un hombre tengan un orgasmo durante una violación u otro tipo de agresión sexual. Algunos creen que tener un orgasmo en estas circunstancias quiere decir que no ha sido una violación “real” o que en realidad la víctima quería que ocurriera.

He atendido a más mujeres con este problema de las que puedo recordar. A menudo sale a relucir en algún momento durante la terapia, y es extremadamente violento e incómodo para la víctima hablar sobre ello. Sin embargo, una vez que se ha sacado a la luz la víctima puede observar su reacción con honestidad y empezar a sanar. La vergüenza y el sentimiento de culpa por este tema hace que algunas violaciones no se denuncien y que sea necesario entender cómo y por qué se dan orgasmos durante la violación.

Hay muy pocos estudios sobre este tema, pero hasta el momento las investigaciones apuntan a que entre un 10 y más de un 50% de las víctimas experimentan orgasmos durante la agresión sexual. En mi experiencia como terapeuta, algo menos de la mitad de las chicas/mujeres violadas tenían este problema. (He trabajado con muy pocos chicos u hombres que hubieran tenido orgasmos siendo violados).

Los compañeros de profesión con los que he debatido el tema indican cifras similares. Normalmente los terapeutas no hablamos de este tema en público por miedo a contribuir a la idea de que las víctimas disfrutan siendo violadas. Por esta misma razón, se han hecho pocas investigaciones sobre este tema y otros similares. Yo creo que, aunque sea un tema muy difícil, si podemos hablar de él abiertamente y eliminar el miedo y el estigma podremos ayudar a sanar a más gente. Por eso espero que la comunidad de Reddit esté dispuesta a aprender y debatir sobre ello.

En mi primer hilo de consulta sobre este tema, recibí algunas críticas por no especificar que los hombres también pueden experimentar orgasmos durante la violación. He hecho una referencia a ello más arriba, pero quiero recalcarlo una vez más aquí para que quede claro.

Ya he verificado mi identidad en Reddit con anterioridad, pero os dejo de nuevo el enlace a mis credenciales profesionales.

Esta es una discusión abierta y estoy dispuesta a responder a todo tipo de preguntas. No tengas miedo a resultar ofensivo, ya que prefiero tener una conversación honesta a dejar falsas creencias sin desmentir. ¡Pregunta lo que quieras!

 

 

La violación en los medios y los teléfonos rotos

¿Alguien se acuerda del juego del “teléfono roto”?

  • La Fiscalía de Madrid publica la Memoria de 2011, que recoge el número de denuncias presentadas durante ese año para diversos delitos, incluyendo las agresiones sexuales. Según diversos estudios internacionales, la mayoría de los delitos sexuales aún no se denuncian, por lo que un incremento del número de denuncias no es necesariamente una mala noticia: puede indicar una mayor concienciación respecto a la necesidad de denunciar para la violencia sexual no queden impune.
  • El periódico 20 minutos recoge la información e, ignorando el hecho anterior, equipara delitos denunciados a delitos cometidos y titula alegremente “Sube el número de agresiones sexuales y violaciones en Madrid”. Aunque en el primer párrafo sí que puntualiza que se trata de “delitos registrados”, en el segundo párrafo y la entradilla abandonan toda pretensión de exactitud y afirman que los casos de abusos y agresiones sexuales cometidos por menores han aumentado un 2.000%. No hace falta indicar que esa cifra es un disparate: lo que está diciendo es que, sin causa aparente, los delitos sexuales se han multiplicado por 20 en el trascurso de solo un año.
  • Meses después, una página feminista recoge esta cifra, junto con otras igualmente sacadas de contexto, y la presenta junto con un montaje de diversas imágenes de sexo forzado. En algunos casos se trata de capturas de pantalla de series que, vistas en su conjunto, tienen un significado muy diferente al que se les ha dado aquí (por ejemplo, un comentarista señala que en la imagen de la serie “True Blood” es el personaje femenino el que está abusando del masculino y no al revés). Bajo el texto “Stop a la cultura de la violación y la violencia contra las mujeres”, la página defiende que este supuesto incremento del 2.000% en el número de agresiones sexuales por parte de menores se debe al acceso de éstos a imágenes de “porno duro”. Cualquier semejanza con el rigor, el sentido común y la realidad se han perdido por el camino.

No estoy diciendo que las representaciones visuales sean totalmente inocentes, ni justificables bajo el paraguas de “es una obra de ficción”.

No estoy diciendo que la cultura de la violación no exista, ni que vivamos en una sociedad igualitaria donde el feminismo ya no tenga sentido.

No estoy diciendo que no debamos hablar de la violencia sexual, ni que no debamos gritar bien alto que ni una sola agresión es aceptable.

Lo que estoy diciendo es que hablar de problemas complejos requiere matices. Requiere análisis serios. Requiere establecer la fiabilidad de las fuentes antes de hacer afirmaciones descabelladas. Requiere pedir que se invierta más tiempo y recursos en investigar las cifras y las causas de la violencia sexual. Requiere reconocer que los hombres también pueden ser y son víctimas de violaciones. Requiere huir de titulares fáciles como el de que en la India se produce una violación cada 20  minutos.

La violencia sexual es un tema muy serio. Recurrir al sensacionalismo no sólo no ayuda a las víctimas, sino que trae el descrédito sobre quienes luchan cada día contra este problema. Hablemos, por favor, de violencia sexual, alto, claro y sin eufemismos… pero tengamos cuidado con los teléfonos rotos.

“La violación también es cosa de hombres”

 

Hoy me gustaría compartir esta campaña del Centro de Tratamiento de Violaciones de Santa Mónica (EE UU) que mueve el foco de atención de la víctima al posible agresor. Se trata de una serie de posters pensados para ser colgados en universidades y de cuya venta se obtienen fondos para el funcionamiento del centro (más información en este enlace).

La idea detrás es muy simple: la educación para prevenir las violaciones debe incluir a los hombres también. Porque hemos pasado demasiado tiempo enseñando a las mujeres a no ser violadas, y demasiado poco enseñando a los hombres a no violar.

La idea de que los hombres no pueden controlarse es un mito

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Traducción:

La idea de que los hombres no pueden controlarse sexualmente es un mito

Richard M: “Si la chica con la que estoy ha bebido demasiado, lo dejo correr”

Brian C: “No importa hasta qué punto hayamos llegado. Si ella dice “no” quizás no me guste, pero lo respeto”

Una de cada 6 mujeres ha sido víctima de una violación o intento de violación. La violación también es cosa de hombres.

comentarios sexistas

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Traducción:

Cuando tus colegas hablan sobre las mujeres de forma poco respetuosa o sexista, no tienes por qué unirte a la conversación. Diles lo que piensas. Diles que no te sientes cómodo o simplemente cambia de tema. La próxima vez que empiecen a hablar de “putas” y de “zorras” y de las cosas que harían con ellas, diles que lo dejen. ¿No es eso lo que las mujeres de tu vida esperarían de ti?

¿Qué vas a hacer?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Traducción:

¿Qué vas a hacer?

Tú quieres sexo, pero ella quiere esperar. Así que sigues intentándolo. Primero te dice que sí. Luego te dice que no. Si no estás seguro… detente y escucha.

 

Cómo superar una agresión o abuso sexual

AVISO IMPORTANTE:
Si has sido víctima de un abuso o agresión sexual, te recomendamos buscar ayuda especializada. Existen muchos sitios donde se presta atención gratuita a las víctimas y que pueden ayudarte a superarlo. Para encontrar un sitio cercano a tu lugar de residencia, haz clic aquí: www.mehanviolado.com/ayuda
Si no hay ninguno exactamente en tu ciudad, te recomendamos llamar al más cercano, ya que podrán orientarte sobre recursos cerca de donde vives y prestarte atención telefónica en caso necesario.
Si eres menor de edad, en esta entrada encontrarás más información sobre qué puedes hacer: www.mehanviolado.com/soy-menor-de-edad
Mucho ánimo y suerte en tu recuperación.

Hoy nos hacemos eco de esta colaboración de Marta Sobreviela, Doctorando en Psicología Forense sobre agresión y abuso sexual. En ella se tratan los mecanismos de respuesta más frecuentes de nuestro cerebro a una agresión o abuso sexual, recogiendo las reacciones que han sido identificadas por la literatura científica. El objetivo de este artículo es, por tanto, identificar las respuestas más frecuentes y ayudar a la víctima y a sus allegados a enfrentarse a ellas.

Reacciones psicológicas más frecuentes ante una agresión o un abuso sexual

En primer lugar, hay que destacar que aunque aquí recojamos las reacciones psicológicas más frecuentes que sufre una persona, tanto hombre como mujer, cuando ha sufrido algún tipo de agresión o abuso sexual no significa que todas las personas que experimenten este suceso sufran todas estas reacciones pero, el objetivo es que si has sufrido un suceso de este tipo no pienses que eres la única o el único que lo sufre y que eres culpable de experimentar estas reacciones.

En segundo lugar, es importante tener en cuenta que estas reacciones aunque parezcan desmesuradas son adaptativas, es decir, surgen como consecuencia de tratar de aceptar y adaptarnos a lo que ha sucedido.

¿Por qué se experimentan este tipo de reacciones?

La violencia sexual es una experiencia traumática que amenaza a la integridad tanto física como mental de la persona. Aunque en la agresión o el abuso no hayas sufrido consecuencias serias para tu salud física, la mente responde para defenderse de la agresión. Es por ello que sobre todo durante las primeras semanas puedes:

  • Sentirte rara/o, distinta/o, confundida/o y sentir que la imagen que tienes de tu cuerpo ha cambiado.

  • Sentir miedo, rabia, tristeza, desánimo a la vez que sentirse aliviada/o de estar viva/o. Llorar, estar triste y sentir mucha impotencia es frecuente cuando uno sufre un suceso así.

  • No tener apetito.

  • Tener problemas para dormir o tener pesadillas.

  • No estar tan a gusto con los amigos/as, la pareja o tus familiares.

  • Querer estar sola/o. No querer hablar con nadie.

  • Reexperimentar la agresión. Pensar constantemente en lo sucedido, costándote mucho apartarlo de tu cabeza.

  • Tener la sensación de qué lo que ha pasado es irreal. Preguntarte a ti misma/o si ha pasado realmente, si ha sido un sueño o una pesadilla.

  • Estar en alerta constantemente, es decir, sobresaltarse por cualquier cosa, sentir impaciencia e irritabilidad, tener muchas dificultades para concentrarse. Junto a estas reacciones aparecen síntomas físicos como tensión muscular, temblores, sudoración, taquicardia o sensación de ahogo y falta de aire.

  • Evitación de lugares o situaciones que nos recuerdan a la agresión o abuso. Ya sea el lugar donde ocurrió la agresión, las personas parecidas al agresor/a, salir al anochecer o al amanecer dependiendo en qué momento tuviera lugar la agresión o aspectos indirectos a la agresión como evitar pensar o hablar de lo ocurrido para no sentir dolor.

  • Culpabilidad “siento como si hubiera sido culpa mía” “si no me hubiera vestido así no me hubiera ocurrido” “debería haberme defendido más” o “no debería de haberme defendido”.

  • Sentir que no tienes fuerza para llevar a cabo tu día a día, sentirte incapaz para ir al trabajo, o para levantarte e ir al colegio, instituto o Universidad, para hacer tus tareas, etc.

  • Alteración de la actividad sexual. No tener ningún tipo de deseo sexual o un gran aumento del deseo y de conductas de hipersexualidad.

Si he sufrido una agresión o un abuso, ¿qué puedo hacer con estas reacciones psicológicas?

En primer lugar, el primer paso es que no te aísles y des el paso de hablar con una persona de tu máxima confianza: tu madre, tu padre, tu hermano/a, un amigo/a, tu pareja, etc. Y hables de lo sucedido. Es muy importante que cuentes con la ayuda, el afecto y la compañía de alguien de tu confianza, ya que este punto es uno de los recursos más eficaces para sobrellevar las situaciones difíciles. Este paso te ayudará y te dará fuerza también en el caso de la denuncia.

En segundo lugar, y siempre con la ayuda de la persona o personas a las que les hayas contado lo sucedido intenta no evitar las situaciones que te recuerdan a la agresión. Es importante que si al principio sientes que no puedes realizarlo sola/o, salgas acompañada/o. Puedes elaborar un listado de todas las situaciones, lugares, personas que te recuerden a la agresión o el abuso. Puedes ordenarlas según el grado de malestar que te produzcan. Una vez hecho el listado empieza a exponerte de forma gradual y paulatina a esas situaciones empezando por las que menor malestar te produzca a las situaciones que más malestar te producen. No evites el hablar de lo sucedido. El primer paso para la superación de la agresión es hablar de lo sucedido, nunca evitar el hablar de ello.

En tercer lugar, intenta establecer un plan de auto cuidado para las próximas semanas. Descansa e intenta mantener los ritmos de sueño. Cuida la alimentación e intenta realizar comidas regulares, cada tres horas y equilibradas aunque lo hagas en poca cantidad. Evita consumir alcohol y bebidas excitantes ya que te harán estar más tensa/o y ansiosa/o.

En cuarto lugar, hay mujeres y hombres que no necesitan ayuda psicológica o farmacológica tras la agresión. Sin embargo hay otras personas que se sienten “atrapadas/os” y observan como las reacciones psicológicas antes mencionadas se vuelven más intensas y acusadas: viven con sufrimiento y temor constante es por ello que se aíslan, no hablan con nadie de lo sucedido y en algunas situaciones pueden llevar a cabo conductas como beber grandes cantidades de alcohol, comer compulsivamente o dejar absolutamente de comer, auto-medicarse o auto-lesionarse.

Si estas reacciones después de unas semanas después de la agresión o el abuso se vuelven más intensas y acusadas, debes de saber que puedes ponerte en contacto con una Asociación de víctimas cerca de tu ciudad para solicitar apoyo y tratamiento psicológico. En este tipo de Asociaciones recibirás orientación, consejo, apoyo y tratamiento tanto para los síntomas psicológicos, para la tramitación de la denuncia como para poder contactar con otras personas que han pasado por tu misma situación. No te sientas mal, ni triste ni culpable si sientes que necesitas tratamiento y que no has podido hacerle frente por ti sola ya que no tienes la culpa de haber sufrido una agresión o un abuso.

Es importante que sepas que existen tratamientos psicológicos individuales, efectivos y que, una vez que decidas ponerte en tratamiento, no lo abandones ni te desanimes, la recuperación es un proceso gradual.

¿Por qué es importante el tratamiento psicológico?

El tratamiento psicológico es importante para la prevención de secuelas asociadas al trauma como: Trastorno de Estrés Postraumático, Depresión, Ansiedad, Trastornos del sueño o Trastornos Sexuales.

¿Qué es el Trastorno de Estrés Postraumático?

El TEPT aparece cuando la persona ha sido testigo o ha sufrido una agresión física o una amenaza para la vida de uno/a mismo o de otra persona y cuando la reacción emocional experimentada implica una respuesta intensa de miedo, horror e indefensión. El TEPT tiene 3 aspectos nucleares:

  1. Las víctimas suelen revivir intensamente la agresión sufrida o la experiencia vivida en forma de pesadillas y de imágenes y recuerdos constantes e involuntarios.

  2. Evitación o escape de los lugares o situaciones asociados al hecho traumático.

  3. Respuesta de sobresalto exagerada, que se manifiesta en dificultades de concentración, problemas para conciliar el sueño, etc.

El aumento de la activación desempeña un papel especialmente significativo en el ámbito de las agresiones sexuales, que suelen ocurrir frecuentemente en el medio habitual de la víctima y a manos, en más del 50% de los casos, de personas conocidas (Echeburúa, Corral, Zubizarreta, Sarasua y Paéz, 1996).

Aunque no todas las víctimas de agresión o abuso sexual sufren trastorno de estrés postraumático se estima que un 50% de las personas que sufren una agresión sexual pueden desarrollar sintomatología de TEPT (Echeburúa, Corral y Amor, 1998).

Si soy un familiar o conocido de una persona que ha sufrido una agresión o un abuso, ¿cómo puedo ayudar?

En primer lugar, en las Asociaciones de Víctimas que anteriormente mencionábamos, también existe un espacio para familiares o conocidos dónde te pueden informar, asesorar y ofrecer apoyo también en el caso que lo necesites.

En segundo lugar, muchas personas que han sufrido una agresión o un abuso tienen mucho miedo de contar lo qué han sufrido por el temor a sentirse juzgadas/os. Sin querer, hay veces que las personas más cercanas responden con un “es que no deberías de haberte ido con esa persona” o “no deberías de haber pasado por allí”. Es complicado intentar no hacer esos comentarios porque la intención de la persona cercana es intentar ayudar pero sobre todo, comprender por qué ha pasado eso y darle una explicación lógica. Algo que hay que tener claro es qué no hay una explicación lógica del por qué eso ha sucedido, si no que ha sucedido y debemos superarlo o ayudar a la otra persona a que lo supere.

La mejor manera de intentar ayudar a esa persona es mostrándose lo más calmada/o posible, mostrar comprensión, no interrogar y no presionar a qué hable de lo sucedido, dejar que la persona cuente lo sucedido a su manera y a su marcha, no hacer reproches (como los antes mencionados), mantenerse natural y disponibles.

En tercer lugar, es imprescindible manifestar el apoyo y ayuda sobre todo en el día a día, animándola/o a qué siga realizando las tareas habituales, acompañando si es necesario en aquéllas situaciones o lugares a los que la persona evita. Siempre intentando no presionar sino acompañar a la persona.

En cuarto lugar, acompañando, orientando a interponer la denuncia judicial, a establecer los primero contactos con los profesionales que le asistirán, acompañando a las visitas a la Policía, al Juzgado, al abogado y al médico. Este acompañamiento hará que la víctima se muestre más tranquila/o y segura/o.

En quinto lugar, en caso de que el/la agresor/a sea conocido y pertenezca a alguno de los entornos ya sea familiar, laboral, académico, etc. ayúdenla/o a establecer un entorno seguro y un plan de protección si recibe algún tipo de amenazas.

En sexto lugar, puedes recomendarle que busque ayuda profesional en el caso de que las reacciones emocionales se vuelvan muy acusadas y la persona no pueda hacer frente sin ayuda a esas reacciones.

Referencias:

Bisson, J.L, McFarlane, A.C. y Rose, S. (2003). Desahogo Psicológico. En E.B. Foa,

T.M. Keane y M.J. Friedman (dirs). Tratamiento del estrés postraumático (pp.57-79). Barcelona: Ariel.

Echeburúa, E., Corral, P., Amor, P.J. (2002). Evaluación del daño psicológico en las

víctimas de delitos violentos. Psicothema. Vol. 14, supl: pp. 139-146.

Echeburúa, E., Corral, P., Amor, P.J. (1997). Evaluación del trastorno de estrés

postraumático en víctimas de agresiones sexuales y de maltrato doméstico. Hombrado (ed.): Estrés y salud. Valencia: Promolibro.

Echeburúa, E., Corral, P. y Amor, P.J. (1998). Perfiles diferenciales del Trastorno de

Estrés Postraumático en distintos tipos de víctimas. Análisis y Modificación de Conducta. Vol. 24, nº96: pp. 527-553.

Echeburúa, E., Corral. P., Sarasua, B., Zubizarreta, I. (1996). Treatment of acute

posttraumatic stress disorder in rape victims: an experimental study. Journal of Anxiety Disorders, 10: 455- 482.

Instituto de la mujer (n.d.). Violencia sexual y tráfico de seres humanos. Extraído el

16 de Abril de 2010 desde

http://www.inmujer.migualdad.es/mujer/mujeres/cifras/violencia/violencia_sexual.htm

Soria, M.A., Hernández, J.A. (1994). El agresor sexual y la víctima. Barcelona. Editorial

Boixareu Universitaria.

Vallejo Pareja, M.A. (1998). Manual de Terapia de Conducta. Madrid. Ed: Dykinson.

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